lunes, 23 de noviembre de 2009

RESUMEN ANUAL

TRABAJO PRÁCTICO N° 1
INTRODUCCIÓN

EL CONSEJO DEL OSO
Dos amigos atravesaban un bosque intrincado y salvaje en el que no había vestigio alguno de la civilización.
De pronto apareció ante ellos un oso que les salió al encuentro con actitud amenazadora.
Uno de los amigos, atropellando al otro huyó rápido, sin preocuparse por su compañero, procurando su propia salvación se encaramó rápidamente en un árbol.
El otro para salvarse, no encontró fórmula mejor que tirarse en tierra, quedándose inmóvil sin respirar, como si estuviera muerto.
Llegó el oso, lo lamió durante un buen rato y, creyéndolo muerto, se fue.
Cuando el oso desapareció, el amigo que había subido al árbol, todavía temblando, preguntó:
- Cuando el oso se te acercó, parecía que te estaba hablando. ¿Qué te dijo?
- Me dijo una sola cosa: que no me fíe nunca de amigos como tú.
León Tolstoi
1. ELABORA tres hipótesis de lectura en base a la imagen y tres en base al título.
2. LEE todo el texto en voz alta con expresividad.
3. AVERIGUA el significado de las palabras en cursiva y explica su sentido en la frase.
4. RECREA el texto reemplazando las palabras del punto anterior por palabras o expresiones sinónimas.
5. En sentido general, narrar es referir acontecimientos ocurridos en un determinado período de tiempo. Estos acontecimientos pueden ser reales o ficticios. En sentido literario, la narración constituye uno de los principales procedimientos utilizados en textos como la novela, el cuento, la leyenda. Sin embargo, dentro de la narración, el autor también utiliza otros procedimientos como el diálogo y la descripción.
Narración: se refieren acontecimientos. Generalmente la narración se identifica por el verbo, o sea la palabra que indica acción.
Descripción: es decir con palabras cómo son las cosas, objetos, paisajes y personas. Se la utiliza para hacer más vívido lo narrado.
Diálogo: se usa para hacer hablar a los personajes. Se introduce mediante una raya o guión (-).
Extrae del texto ejemplos de cada procedimiento arriba explicado.
6. En toda narración se distinguen personajes, tiempo, espacio y acción.
a. Personajes: son quienes realizan las acciones. Se pueden distinguir entre principales y secundarios. Los principales son los más importantes, los protagonistas. Por medio de los personajes el autor expresa sus ideas. Con sus intervenciones y actuaciones dentro de la narración, los personajes revelan una norma de conducta, un comportamiento, el carácter de estas personas. Al analizar una obra literaria es importante no sólo identificar al protagonista y demás personajes sino también caracterizarlos.
IDENTIFICA los personajes principales y secundarios del cuento.
RESPONDE: ¿Cómo son los personajes del cuento? ¿Qué refleja cada uno?
El oso ¿puede considerarse como un personaje? ¿Por qué? ¿Qué importancia puedes asignarle al cuento?
ELIGE ser uno de los personajes y di: ¿Cómo hubieras actuado en las mismas circunstancias?
b. Espacio: es el lugar en donde se desarrolla la acción. DESCRIBE cómo es el lugar o ambiente donde se desarrollan los acontecimientos del cuento.
c. Tiempo: en la narración se hace referencia a la duración de la acción. Según el texto ¿Qué tiempo tiene la acción?
d. Acción: es la serie de acontecimientos simultáneos o sucesivos, reales o imaginarios, entrelazados en la trama del argumento. ELABORA un guión o secuencia de acontecimientos o acciones del cuento. AVERIGUA en un diccionario qué es una TRAMA.


TRABAJO PRÁCTICO N° 2
LA NARRACION: ELEMENTOSY ESTRUCTURA

1. LEE un Cuento de la Selva de Horacio Quiroga.
2. INDICA la estructura del cuento (de dónde a dónde llega la introducción, el nudo y el desenlace).
3. CARACTERIZA los personajes principales y secundarios.
4. MUESTRAE el espacio del cuento en un dibujo
5. SENALA el tiempo de la narración.
6. ELABORA la secuencia narrativa.
7. ELIGE un personaje y desde su punto de vista renarra el cuento.
8. EXPLICA las sensaciones/sentimientos que te deja el cuento en un solo párrafo.
9. PRODUCE un nuevo final.

TRABAJO PRÁCTICO N° 3
LA SECUENCIA NARRATIVA

1. LEE atentamente el libro de Rut (en la Santa Biblia).
2. DEFINE el tema del libro.
3. ESPECIFICA las costumbres israelitas implícitas.
4. PUNTUALIZA el tiempo de los hechos narrados.
5. PRECISA el espacio de la narración.
6. ELABORA el modelo actancial central.
7. DETERMINA en una ilustración el núcleo narrativo.
8. CREA la secuencia narrativa de cada capítulo.
9. RESPONDE: si pudieras cambiar el título del texto ¿qué nombre le asignarías?
10. RESPONDE: ¿Cuida Dios de sus hijos? Fundamenta con citas del texto.

TRABAJO PRÁCTICO N° 4*
EL DISCURSO POÉTICO

1. EXAMINA el texto Caminito de Trébol de Susana Amaral.
2. DETERMINA la estructura del texto.
3. CARACTERIZA cada apartado.
4. ELIGE un poema (no breve) y transcríbelo.
5. SEÑALA del poema transcripto:
a. El tema
b. La estructura
c. La rima
d. La versificación
e. Los recursos literarios más usados. EJEMPLIFICA cada recurso.
6. ILUSTRA el poema.
7. JUSTIFICA el nombre del texto.
8. DIFERENCIA el lenguaje literario del lenguaje cotidiano.
*puedes hacer el trabajo con un compañero.

TRABAJO PRÁCTICO N° 4 B
LA LENGUA Y SU ENFOQUE ACTUAL

PARA EL 18 DE JUNIO
1. LECTURA COMPRENSIVA de:
a. Lenguaje, Lengua y discurso (blog).
b. La Introducción y capítulo 1 y 2 de CIENCIAS DEL LENGUAJE, COMPETENCIA COMUNICATIVA Y ENSEÑANZA DE LA LENGUA (biblioteca).
c. El texto ANIMALES HEROICOS (biblioteca).
2. Presentación del GLOSARIO.
EN CLASES
3. DE ANIMALES HEROICOS
a. APLICACIÓN MODELO de las reglas de omisión y generalización.
b. JERAQUIZACIÓN de las ideas.
c. REALIZACIÓN del resumen.
d. APLICACIÓN de las reglas de omisión y generalización en un relato en grupos de dos.
4. DE LAS DOS PRIMERAS LECTURAS
a. Graficación del contenido en mapa conceptual.
b. Aplicación de lo estudiado en el análisis y corrección de textos desde el enfoque comunicativo de la lengua.


TRABAJO PRÁCTICO N° 5

PRODUCCIÓN DE TEXTOS


Para el 20 de agosto
EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DE TEXTOS1. EN CLASES: producción de texto: "El segundo día de clases".
2. LECTURA de las producciones. Corrección.


TRABAJO PRÁCTICO N° 6
ENFOQUE COMUNICATIVO DE LA LENGUA

Para el 20 de agosto
1. LECTURA COMPRENSIVA del Cuadernillo 17: págs. 2- 12 (en fotocopiadora)2. LECTURA de El Taller de Dios (biblioteca)

TRABAJO PRÁCTICO N° 7
ENFOQUE COMUNICATIVO DE LA LENGUA
Fecha de presentación: reinicio de clases

1. CONSULTA el cuadernillo 17 de la serie NUEVA ESCUELA y REALIZA las siguientes actividades:
a. EXPLICA en qué consiste el cambio en la enseñanza actual de la Lengua.
b. ELABORA un cuadro sinóptico sobre los actos de habla.
c. HAZ un cuadro comparativo sobre actos de habla directos e indirectos.
d. ESPECIFICA un concepto de macro acto de hablae. S
e. INTETIZA en un cuadro sinóptico los elementos del marco enunciativo.
f. GRAFICA la reformulación del circuito de comunicación de Jacobson.
g. EXPLICITA en un cuadro de doble entrada las competencias del lector y receptor en situaciones de lectura y escritura.
h. ENUNCIA conceptos de discurso y enunciado.
2. ELABORA un mapa conceptual sobre La enunciación (texto en fotocopiadora).
3. ELIGE un texto de cada capítulo de El taller de Dios que te haya asombrado, transcríbelo y destaca la razón de tu asombro.

TRABAJO PRÁCTICO N° 8
LENGUAJE ORAL

PARA EL 27 de agosto
1. LEER:
a. La Introducción y Primer y segundo capítulos de ORALIDAD Y ESCRITURA DE W. ONG (biblioteca).
b. La oralidad entre otras formas de comunicación
2. Extraer y jerarquizar las ideas principales de a. y b.

PRODUCCIÓN DE TEXTOS
EXPRESA tus impresiones sobre “elamorInteligente. com. mf”, en no menos de 6 renglones.


TRABAJO PRÁCTICO N° 9
LENGUAJE ORAL

PARA EL 03 DE SEPTIEMBRE
1. LEE en “Describir el escribir” de Daniel Cassany (biblioteca) los subtemas diferencias contextuales y textuales del lenguaje escrito y el lenguaje oral.
2. REALIZA un cuadro comparativo sobre:
a. Diferencias contextuales
b. Diferencias textuales
3. LEE “ORALIDAD Y PLANIFICACIÓN DEL DISCURSO” (abajo) y realiza un resumen.
4. De LENGUAJE ORAL DE C. Loprete (biblioteca) extrae las distintas manifestaciones del lenguaje oral, explicándolas sintéticamente.


TRABAJO PRÁCTICO N° 10
VARIEDADES LINGÜÍSTICAS – REGISTRO

PARA EL 24 DE SEPTIEMBRE
En grupos de dos
1. INVESTIGA el tema VARIEDADES LINGÚÍSTICAS Y REGISTRO (en textos y/o internet).
2. ARMA un mapa conceptual con los contenidos conceptuales encontrados.
3. RECORTA/COPIA un ejemplo de mito, leyenda, chistes, anécdota, cachada, relato familiar.
4. LEE los textos RELATO DE UN NÁUFRAGO (internet/biblioteca) y UN TIGRE LE ENSEÑÓ (biblioteca).
En clases: coloquio/puesta en común


TRABAJO PRÁCTICO Nº 11
NIVELES Y DIMESIONES DEL TEXTO- PROPIEDADES FUNDAMENTALES DEL TEXTO

PARA EL 01 DE OCTUBRE
En grupos de dos
1. LEE los temas en el Cuadernillo 17 de Lengua.
2. ELABORA cuadros sinópticos para cada aspecto/tema.
3. LEE el texto DIOS DE MARAVILLAS (biblioteca).
En clases: coloquio/puesta en común

TRABAJO PRÁCTICO Nº12
TIPOLOGÍAS TEXTUALES
PARA EL 15 DE OCTUBRE -En grupos de dos
1. LEE el tema en el Cuadernillo 17 de Lengua.
2. TRANSCRIBE la Clasificación de los textos por función y trama.
3. EJEMPLIFICA la clasificación del punto anterior con recortes de diario.
4. INVESTIGA y TRANSCRIBE el argumento de:
a. EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA.
b. MARTÍN FIERRO
5. LEE a tu elección dos capítulos del tomo I y dos del tomo II del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha
6. LEE La cautiva, El matadero de Esteban Echeverría.
7. LLEVA a clases el texto MARTÍN FIERRO.
En clases: puesta en común/calificación

TRABAJO PRÁCTICO Nº 13
TEXTOS DIALÓGICO/CONVERSACIONALES Y MONOLÓGICOS

PARA EL 22 DE OCTUBRE
En grupos de dos
1. BUSCAR la significación de diálogo, conversación, estilo directo, estilo indirecto, entrevista, monólogo. SINTETIZAR una explicación de cada uno.
2. CARACTERIZAR el texto dialogado: indicar sus elementos.
3. SEÑALAR los signos de puntuación que emplean los textos teatrales
4. DETERMINAR las características del diálogo teatral.
5. SEÑALAR géneros y subgéneros dramáticos.
6. TRAER a clases un texto teatral.
7. LEER los textos: PLATERO Y YO y CUANDO MURIERON MIS DIOSES.
En clases: puesta en común/calificación


TRABAJO PRÁCTICO Nº 14
LA GRAMÁTICA ESTRUCTURAL Y LOS TEXTOS

PARA EL 29 DE OCTUBRE - En grupos de dos
1. LEER los cuentos de BORGES: El inmortal, Historia del guerreo y la cautiva, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, Los dos reyes y los dos laberintos, La escritura del dios.
2. ANALIZAR sintácticamente las siguientes oraciones. Indicar si son uni o bimembres:
a. Flavio, procónsul de Getulia, me entregó doscientos soldados para la empresa.
b. Para reprimirlos no vacilé ante el ejercicio de la severidad.
c. En el desierto los perdí entre los remolinos de arena y la vasta noche.
d. Fue Droctulft un guerrero lombardo…
e. Vivió, eso sí, en un mundo de barbarie monótona.
3. EXTRAER cuatro sustantivos y cuatro adjetivos de Biografía de Tadeo Isidoro Cruz y de La escritura del dios diez inflexiones verbales y SEÑALAR sus accidentes morfológicos. INDICAR de tres de ellos el infinitivo, el gerundio y el participio.
4. CLASIFICAR semánticamente los siguientes vocablos: cuentan, hombres, los, dignos, de, más, primeros, Babilonia, esa, un, y, del, su, confundido.
5. LEER el capítulo LAS ACTIVIDADES GRAMATICALES DESDE UNA PERSPECTIVA TEXTUAL del texto Enfoque Comunicativo de la lengua, de Carlos Lomas.
6. LEER el texto Tina la zorra roja (biblioteca).

En clases: puesta en común/calificación
PARA TRABAJOS EN CLASES
LEER:
· PLATERO Y YO
· EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
· MARTÍN FIERRO
· CUENTOS- JORGE LUIS BORGES
· LA CAUTIVA – EL MATADERO
· RIMAS
· RELATO DE UN NÁUFRAGO
· CUANDO MURIERON MIS DIOSES
· TINA, LA ZORRA ROJA
SINTETIZAR de sus autores:
· Biografía
· Géneros que cultivó
· Características generales de sus escritos

MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA Y EL INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA
1. RESUMIR las escaramuzas verbales de los escritores de la época (en la Introducción)
2. RESUMIR los primeros cinco capítulos de la Primera Parte del Quijote.
3. PERFILAR una semblanza del héroe.
4. BUSCAR alusiones a la Biblia en el Quijote

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
1. TRANSCRIBIR de las Rimas, un ejemplo de cada uno de los temas de Bécquer y señalar:
a. Su estructura
b. Los recursos literarios más usados
2. ELABORAR una expresión pictórica de un poema de las Rimas.

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
1. SEÑALAR la macroestructura y la superestructura de RELATO DE UN NÁUFRAGO
2. TRANSCRIBIR dos (2) ejemplos de: descripción, narración, argumentación y diálogo.
3. REALIZAR un guión teatral con el argumento.

JUAN RAMÓN GIMÉNEZ
IDENTIFICAR la macro y la superestructura de PLATERO Y YO
RECONOCER los recursos literarios más usados. Extraer ejemplos. EXPLICAR la razón de su utilización.
PRODUCIR un texto imitando el estilo sobre un tema de elección personal.

LINGÜÍSTICA

El lenguaje en acción

La teoría de los actos de habla
De una tradición distinta a la de los autores que hemos visto hasta el momento se nutren los autores de la llamada teoría de los actos de habla (conocida también como filosofía del lenguaje común u ordinario en la filosofía y como pragmática filosófica en la lingüística), que ha influido enormemente en la teoría lingüística (ver aquí, por ejemplo, “Gramática del texto – Lingüística del texto” en Estado del arte). John Austin (1911-1960) y John Searle (n. en 1932), sus principales representantes, provienen ambos de la filosofía y sus motivaciones centrales sólo pueden reconstruirse si se leen con atención las disputas filosóficas sobre la naturaleza del lenguaje y, en particular, sobre el significado de las palabras, inauguradas por dos artículos fundantes: “Sobre sentido y referencia”, de Gottlob Frege (1898), y “Sobre el denotar”, de Bertrand Russell (1905). La discusión de Frege y Russell, que se centra en si la relación entre las palabras y las cosas es directa o si nuestros propios conceptos y/o el lenguaje interfieren en esa relación, está enmarcada en una polémica filosófica más general respecto de la naturaleza de la verdad y la posibilidad de acceder a ella. A partir de allí, se abre la cuestión de si la función central del lenguaje es efectivamente referir (i.e., establecer una relación entre las palabras y los objetos en el mundo) o si hay otros usos del lenguaje que son igualmente importantes.
Austin (en Palabras y cosas [How to do things with words], 1962) y Searle (en Actos de habla [Speech Acts], 1968), al igual que el “segundo” Wittgenstein (en Investigaciones filosóficas, de 1953) y otros autores, como Peter Strawson o Paul Grice, en lugar de interesarse excluyentemente por el modo en que el lenguaje puede transmitir o no la verdad en un discurso científico, estudiaron también el modo en que funciona el lenguaje en distintas situaciones cotidianas. Así, todos coinciden en proponer que referir y afirmar (i.e., realizar enunciados acerca de estados de las cosas en el mundo) no es la única (ni siquiera la principal) función del lenguaje. Entre otras muchas, pueden citarse la pregunta, el pedido, la orden, la amenaza, la promesa. Wittgenstein se refiere a esas acciones como juegos del lenguaje; más popular en lingüística es el término propuesto por Austin y Searle: actos de habla.
Austin y Searle proponen que, al decir algo, realizamos una serie de acciones que corresponden a varios niveles distintos. Por un lado, producimos ciertos sonidos que se amoldan al vocabulario y a la gramática de una lengua determinada y que tienen cierto significado. Austin sostuvo que esos fenómenos se agrupan en un único nivel (al que llamó acto locucionario), mientras que Searle los dividió en dos niveles distintos: un acto de emisión (de palabras o cualquier otra unidad lingüística) y un acto proposicional (que incluye referir a ciertas entidades en el mundo y predicar algo acerca de ellas). Por otro lado, observan Austin y Searle, con una emisión también llevamos a cabo acciones típicamente lingüísticas (pero no siempre), codificadas socialmente, como un pedido, una orden, una amenaza, una promesa, esto es, actos ilocucionarios o actos de habla. Típicamente, los actos ilocucionarios no dependen directamente de las palabras emitidas, cosa que es especialmente clara en los llamados actos de habla indirectos: una emisión como ¿No tenés hambre?, por ejemplo, puede interpretarse a menudo como un acto ilocucionario distinto (i.e., una sugerencia o una propuesta) del que se desprendería de su significado y forma lingüística literales (i.e., una pregunta). Por último, las emisiones también tienen actos o efectos perlocucionarios, esto es, provocan ciertas consecuencias en las acciones, pensamientos o creencias de los oyentes. El acto perlocucionario más esperable para ¿No tenés hambre?, por ejemplo, sería lograr que el destinatario informe simplemente si tiene hambre o no al emisor, pero pueden imaginarse muchos otros (conseguir que el destinatario prepare la comida o que establezca una conversación con el emisor, por ejemplo).
En ese contexto, no existen actos proposicionales “puros” de los que se pueda afirmar su verdad o falsedad en abstracto. Más bien, afirmar algo es uno más entre el conjunto de posibles actos ilocucionarios y, por lo tanto, puede tener efectos perlocucionarios variados. Al igual que los demás actos de habla, está sujeto a condiciones de fortuna o infortunio, afirma Austin: enunciar con verdad es un acto afortunado, análogo a aconsejar prudentemente o argumentar con fundamento. Es por eso que la verdad o falsedad de un enunciado no dependen solamente del significado de las palabras, sino del tipo de acto ilocucionario que se está realizando con él. Así, por ejemplo, un enunciado como Te estás convirtiendo en un chancho difícilmente pretenda tener valor de verdad literal (es decir, representar un cierto estado de cosas en el mundo), sino que realiza otro tipo de acto de habla (por ejemplo, hacer una advertencia o burlarse de alguien).
A partir de estos elementos, Austin y Searle intentan establecer una tipología de los actos de habla, a partir de la descomposición de los distintos elementos que intervienen en cada tipo de acto ilocucionario: su contenido proposicional, sus condiciones preparatorias, su condición de sinceridad y la regla esencial que lo rige, de acuerdo con la terminología de Searle. Así, por ejemplo, pedir o aconsejar tienen por contenido proposicional un acto futuro del oyente, pero se distinguen por el resto de las condiciones, particularmente por la regla esencial (al pedir, el hablante intenta simplemente que el oyente haga algo, mientras que al aconsejar asume que esa acción será beneficiosa para el oyente) y la condición de sinceridad consecuente (mientras que al pedir el hablante es sincero si desea que el oyente haga una acción, al aconsejar lo es si cree que esa acción lo beneficiará de algún modo).
Lecturas básicasAustin, John (1962), How to do things with words, Oxford, Oxford University Press. Editado en español como: Palabras y acciones, Buenos Aires, Paidós, 1971.Frege, Gottlob (1892), “Über Sinn und Bedeutung”, en Zeitschrift für philosophische Kritik 100. Editado en español como: “Sobre sentido y referencia”, en Valdés Villanueva, L. (comp.), La búsqueda del significado, Madrid, Tecnos, 1991. Russell, Bertrand (1905), “On denoting”, Mind, vol. 14. Editado en español como: “Sobre el denotar”, en Moro Simpson, Thomas (comp.), Semántica filosófica: problemas y discusiones, Buenos Aires, Siglo XXI, 1973.Searle, John (1968), Speech Acts, Cambridge, Cambridge University Press. Editado en español como: Actos de habla, Barcelona, Planeta, 1990.Wittgenstein, Ludwig (1953), Philosophical Investigations, Oxford, Blackwell. Editado en español como: Investigaciones filosóficas, Madrid, Tecnos, 1968.

Gramática del texto - Lingüística del texto
En el campo científico la denominación “gramática textual” se reserva para los estadios iniciales de los estudios sobre el texto (aproximadamente, las décadas del 60 y 70), centrados en la preocupación gramatical. A partir de fines de los años 70, la denominación se reformuló en el sintagma Lingüística del texto, que, por un lado, recoge la ampliación de la mirada sobre el objeto de estudio y, por el otro, es más dúctil para albergar los diversos intereses y perspectivas que reúnen a la disciplina en su vertiginosa evolución de los últimos treinta años. La orientación textualista de la gramática surgió con vigor en Europa central hacia fines de los años sesenta del último siglo, inicialmente en los países germano-parlantes y luego se extendió hacia otras naciones. La gramática textual de origen germano produjo el instrumentarium central –retomado y desarrollado con impronta particular por otros enfoques teóricos- que hoy circula como propiedad y rasgo distintivo de los estudios gramaticales sobre el texto (las nociones de cohesión, coherencia, macroestructruras, tipologías textuales, etc., ver estado del arte XXX). Los principales representantes de la gramática textual son Harald Weinrich, János Petöfi, Teun van Dijk, Sigfried Schmidt, entre otros.
La raíz epistemológica de la gramática textual es compleja: por un lado, gramáticos del estructuralismo europeo (entre ellos, seguidores de las ideas de la Escuela de Praga) y del generativismo; por el otro, lingüistas fuertemente influidos por la teoría de los actos de habla y los desarrollos de la pragmática. Además de las causas externas a la disciplina –el interés general de las ciencias por ampliar sus objetos de estudio, los desarrollos de la pragmática y la semántica, la traducción automática, las ciencias de la información-, el interés gramatical por los textos surge a raíz de problemas de investigación no resueltos en el ámbito de la gramática oracional: a fin de poder describir y explicar problemas como la anáfora, el artículo, la coordinación, morfemas verbales para la expresión del tiempo y el aspecto gramaticales, la elipsis, entre otros, gramáticos de procedencia estructuralista y generativista plantearon a inicios de los años sesenta el “postulado de ampliación”: la unidad de análisis de la lingüística debía extenderse de la oración al texto. Klaus Brinker, en su clásico libro Análisis lingüístico del texto (1988), sintetiza el desarrollo de la disciplina hasta los tardíos ochenta sobre la base de las distintas concepciones sobre el texto, motivadas en diversos intereses de investigación y en los sucesivos paradigmas dentro de la lingüística en general. Distingue dos orientaciones básicas en las etapas tempranas de la lingüística del texto: la centrada en el sistema lingüístico (con una fuerte impronta de la gramática generativa o de la gramática estructural) y la centrada en el hecho comunicativo (deudora explícita de la pragmática). En la primera orientación, la lingüística del texto se comprende a sí misma (como antes la lingüística oracional) como una lingüística de la “langue” o de la competencia. La jerarquía de las unidades del sistema lingüístico (fonema, morfema/palabra, oración) es simplemente ampliada con la unidad texto. En esto se expresa la convicción de que no sólo la formación de la palabra y la oración, sino también la constitución textual se produce por medio del sistema de reglas y se basa en regularidades generales y sistemáticas que deben ser explicadas por una teoría del texto. Por ese motivo se sigue recurriendo tanto en el aspecto teórico como en el metodológico a las ideas de la lingüística oracional, sea de proveniencia estructuralista o generativa, lo cual se traduce en la definición del concepto texto, que se concibe como una sucesión coherente de oraciones. La coherencia textual, el concepto central de la disciplina en esta etapa, es definida en forma puramente gramatical: describe las relaciones sintáctico-semánticas entre las oraciones o entre elementos lingüísticos (palabras, grupos de palabras, etc.) de oraciones sucesivas. De acuerdo con esta perspectiva, los textos, concebidos como sucesiones de oraciones, comparten cualidades globales con las oraciones: esencialmente, el carácter potencialmente infinito de textos y oraciones, el hecho de poseer ambas unidades una estructura y componerse de elementos relacionados entre sí, la posibilidad de ser reducidos a “tipos o clases” que se convierten en modelos preexistentes para las actividades de producción y comprensión de textos, etcétera.
Los estudiosos de orientación generativista se esforzaron por extender el análisis oracional al análisis de pares de oraciones y relativizar el concepto de oración como axioma de la gramática. Horst Isenberg intentó desarrollar una gramática textual generativa y para ello antepuso una “regla textual” a las reglas generadoras de oraciones, con cuya ayuda se podían expandir oraciones individuales del texto a partir de un símbolo inicial T (= texto), que se rescribía como: O + O + O (...). Las nociones de “sucesión” y “conexión” de oraciones sobre la base de informaciones sintácticas y semánticas fueron centrales en estos trabajos que elaboraron el concepto de coherencia como rasgo privativo de los textos “bien formados”.
La segunda orientación, más centrada en el uso lingüístico y heredera explícita de la retórica clásica, concibe los textos, necesariamente ligados a una situación comunicativa dada, como instrumentos para el logro de determinados objetivos comunicativos por parte de actores concretos. La función comunicativa de los textos es una preocupación esencial en esta dirección de investigación, cuyo fundamento teórico es la teoría de los actos de habla. El texto, así, es una acción comunicativa compleja, que incluye un componente gramatical. En el foco de observación se encuentra la finalidad o propósito (del hablante o productor), los interlocutores y la particular situación comunicativa. Los estudios –en general, de procedencia estructuralista- incorporaron en sus análisis aportes y reflexiones de la semántica léxica y estructural, y de la pragmática. Así, por ejemplo, se han convertido en obras de referencia ineludible los estudios sobre los pronombres de Roland Harweg, o sobre el artículo de Harald Weinrich y los tiempos verbales del mismo autor (Weinrich 1974) que explicitan el vínculo esencial entre gramática y hecho comunicativo.
Los estudios fundacionales en gramática del texto, entonces, son epistemológicamente posteriores a los estudios gramaticales de la oración. Surgieron por necesidades internas de la investigación gramatical y presuponen, por ende, los conocimientos adquiridos por la gramática oracional. Por lo tanto, la gramática textual no es una alternativa a la gramática oracional sino una ampliación y una complementación no sólo cuantitativa sino también cualitativa de aquella. Hacia los años ochenta se comenzó a hablar de la Lingüística del Texto como una “megaciencia” (ver Estado del arte XXX)

Lecturas básicas
Beaugrande R. de y W. Dressler (1981), Einführung in die Textlinguistik, Tübingen: Niemeyer. Publicado en español: Introducción a la lingüística del texto, Barcelona: Ariel, 1997.Brinker, K. (1988), Linguistische Textanalyse, Berlin, Erich Schmidt.Van Dijk, T. (1977), Text and Context. Explorations in the Semantics and Pragmatics of Discourse, Londres, Longman. Publicado en español: Texto y contexto, Barcelona, Paidós, 1978.Weinrich, H. (1974), Estructura y función de los tiempos en el lenguaje, Madrid: Gredos.

La sociolingüística
A partir de la dicotomía entre competencia y actuación planteada por Chomsky en 1965 surge la sociolingüística. En Aspectos de la teoría de la sintaxis Chomsky subordina claramente el estudio de la actuación al de la competencia y propone que el estudio de la actuación debería dejarse para un momento “posterior” de la lingüística. Sin embargo, en una serie de trabajos escritos durante las décadas del 60 y del 70, William Labov (n. en 1927) propone una lingüística de la actuación, intentando formalizar la variación lingüística sincrónica dentro de una comunidad determinada a partir de parámetros sociales más o menos sistemáticos. Esa propuesta de Labov dio origen a la sociolingüística o variacionismo. El estudio más famoso de Labov, incluido en Modelos sociolingüísticos [Sociolinguistic Patterns] (1972), es aquel en que compara las diferentes pronunciaciones de cuarto piso [en inglés fourth floor] en los ascensoristas de tres grandes tiendas de Nueva York (Macy’s, Saks y S.Klein). Con ese estudio, Labov inaugura una serie de trabajos centrados en grabaciones espontáneas en las que los datos intentan sistematizarse a partir de diversas variables sociales que influyen sobre el estilo de habla de los miembros de una determinada comunidad lingüística: la clase social, la edad, el tipo de empleo, el sexo, el nivel educativo o el grupo étnico.
También parten de la noción de competencia de Chomsky los antropólogos Dell Hymes (n. en 1927) y John Gumperz (n. en 1922), editores de dos compilaciones fundantes: La etnografía de la comunicación [The Ethnography of Communication] (1964) y Fundamentos de la sociolingüística [Foundations in Sociolinguistics] (1972). Ambos proponen la noción de competencia comunicativa, definida como la capacidad de un individuo para reconocer cuándo hablar, qué decir, a quién y de qué modo, que se adquiere mediante la socialización dentro de determinados grupos. De este modo, Hymes y Gumperz suponen que hay diversos códigos lingüísticos disponibles en el interior de una comunidad lingüística y que cada miembro selecciona entre estos códigos el más apropiado al contexto, pudiendo cambiar de uno a otro en el mismo acto comunicativo.
A partir de esas definiciones, se hace importante definir el alcance de las nociones de comunidad lingüística y comunidad de habla. De acuerdo con la caracterización de Hymes y Gumperz, una comunidad lingüística supone un grupo que comparte un código (una lengua) común en sus interacciones, mientras que una comunidad de habla supone un grupo social que comparte normas más específicas de producción e interpretación del lenguaje, y no sólo una lengua. No hay correspondencia de uno a uno entre las dos nociones, puesto que una comunidad lingüística suele incluir diversas comunidades de habla (como sucede, por ejemplo, con los diversos países hispanoparlantes). Por otra parte, la comunidad de habla puede establecerse con distintos niveles de abstracción, puesto que puede hablarse de la comunidad de habla de un país, de una provincia, de un barrio, de una escuela, etcétera. Ello implica, fundamentalmente, que una persona puede pertenecer a distintas comunidades de habla en la medida en que comparta con diversos grupos una serie de normas de comunicación particulares (por ejemplo, actitudes, normas de cortesía, reglas para los actos de habla, etc.).
En relación con la idea de que un hablante elige dentro de los códigos disponibles en la lengua el más apropiado a una situación dada, el sociólogo Basil Bernstein (1924-2000) ha planteado la oposición entre código amplio y código restringido. Para Bernstein, que ha trabajado principalmente los problemas de aprendizaje de los jóvenes ingleses provenientes de clases sociales bajas, el código elaborado o amplio está asociado con situaciones formales en las que se mantiene la distancia social entre los interlocutores. Entre los marcadores de este código están: una sintaxis compleja (estructuras hipotácticas) con una gran variedad de selecciones sintácticas, subordinación de oraciones, grupos verbales y del sustantivo, léxico altamente diferenciado y, sobre todo, significados explícitos con un carácter universal. Esto hace que el código elaborado sea independiente del contexto. Por su parte, el código restringido está asociado con marcadores opuestos a los anteriores: sintaxis simple (estructuras paratácticas) con un abanico limitado de selecciones sintácticas, una restringida variedad de formas lingüísticas y significados que tienden a ser implícitos puesto que el emisor asume que el destinatario comparte el significado. Es por tanto, un tipo de lengua dependiente del contexto, con una forma socialmente personal o íntima, basándose en unas normas comunes. De este modo, la asimetría social se refleja en el manejo de los códigos: mientras que algunos hablantes dominan ambos códigos y pueden utilizar uno u otro de acuerdo con el contexto (es lo que sucede con los niños ingleses de clase media), otros (los niños de clase trabajadora) sólo manejan un código restringido, lo cual les impide la apropiación del discurso pedagógico.
Otro concepto central dentro de la llamada sociología del lenguaje está dada por la distinción entre bilingüismo (o plurilingüismo) y diglosia, desarrollada, entre otros, por Joshua Fishman (n. en 1926). Así, mientras el bilingüismo supone el dominio pleno, simultáneo y alternante de dos lenguas, la diglosia es una situación lingüística relativamente estable en la cual, además de la lengua estándar (que puede incluir diversos estándares regionales), hay una variedad lingüística superpuesta, muy divergente, altamente codificada (a menudo gramaticalmente más compleja), que funciona como vehículo de una parte considerable de los textos escritos (incluida la literatura), que se aprende básicamente a través de la enseñanza formal y se usa en la oralidad o la escritura para diversos propósitos, pero no es empleada por ningún sector de la comunidad para la conversación ordinaria. La sociología del lenguaje también ha estudiado las nociones vinculadas con las actitudes lingüísticas, entendidas como las actitudes sociales del individuo referidas específicamente a la lengua en relación con la sociedad.
Lecturas básicas Bernstein, Basil (1964), “Elaborated and Restricted Codes”, en Gumperz, John & Dell Hymes (eds.). Fishman, Joshua (1972), The sociology of language, Massachusetts, Newbury House. Editado en español como: Sociología del lenguaje, Madrid, Cátedra, 1979. Gumperz, John & Dell Hymes (eds.) (1964), The Ethnography of Communication. American Anthropologist 66:6, Part 2. Gumperz, John & Dell Hymes (eds.) (1972), Foundations in Sociolinguistics: An Ethnographic Approach, Philadelphia, University of Pennsylvania Press.Labov, William (1972), Sociolinguistic Patterns, Philadelphia, Pennsylvania University Press. Editado en español como: Modelos sociolingüísticos, Madrid, Cátedra, 1983.

LINGÜÍSTICA

El estructuralismo

El siglo XX instaura lo que se denomina la lingüística moderna, cuyo fundador reconocido es sin lugar a dudas el lingüista suizo, nacido en Ginebra, Ferdinand de Saussure (1857-1913). Si bien pueden reconocerse líneas de continuidad con la lingüística del siglo XIX, la lingüística del siglo XX se caracteriza como “moderna” en razón de algunas convicciones salientes que la distinguen de la del siglo anterior y que debemos a la obra de F. de Saussure.
Esas convicciones son:
1. la orientación descriptiva (no prescriptiva) de la lingüística;
2. la prioridad de la lengua oral por sobre la escrita;
3. la asunción de la importancia de todas las lenguas, independientemente del grado de desarrollo o poder de sus comunidades hablantes;
4. la prioridad otorgada a la descripción sincrónica por sobre los estudios diacrónicos.

Ferdinand de Saussure (1857-1913)
Ferdinand de Saussure, considerado el “padre” de la lingüística, ha influido en las generaciones posteriores de una manera decisiva; esa influencia la ejerció a partir de una recopilación de sus conferencias, reconstruidas a partir de los cuadernos de apuntes de sus discípulos, que se publicó por primera vez en 1916. El Curso de Lingüística General, preparado por dos de sus discípulos (Charles Bally y Albert Sechehaye), presenta por lo tanto unas características que hacen difícil determinar el grado de exactitud y fidelidad con las ideas del lingüista, además de algunos fragmentos en los que la argumentación pierde intensidad o revela ciertas inconsistencias con otros enunciados del Curso1.
Es interesante destacar que la primera traducción del Curso de Lingüística General al español fue realizada por Amado Alonso en 1945, durante su época de exilio en Buenos Aires (Ed. Losada). El prólogo de Amado Alonso es una referencia iluminadora para la lectura del Curso, al que califica como “el mejor cuerpo organizado de doctrinas lingüísticas que ha producido el positivismo”. Saussure, en efecto, tiene como finalidad superior de sus reflexiones poder conferir dimensión de “ciencia” a la lingüística; para ello, es preciso dar con un objeto de estudio homogéneo, no complejo, susceptible de ser analizado mediante métodos rigurosos.
Para Saussure el campo de la lingüística está compuesto por todas las manifestaciones del lenguaje humano, todas las formas expresivas, sin discriminar entre “buenos” y “malos usos” y sin considerar el grado de civilización de sus hablantes. La tarea de la lingüística es por tanto realizar la descripción e historia de todas las lenguas, encontrar los principios generales de sus funcionamientos y, fundamentalmente, deslindarse y definirse ella misma.

Deslindar y definir el objeto de la lingüística: lengua y habla
Saussure distingue en primer lugar una facultad lingüística general, que nos da la naturaleza como especie y que nos permite “el ejercicio del lenguaje”. Pero, ¿cuál es el objeto de la lingüística? El lenguaje es “multiforme y heteróclito”, susceptible de ser analizado desde muy distintas perspectivas (física, fisiológica, psíquica, individual, social), tiene carácter estático pero dinámico, actual y simultáneamente pasado. Para construir un objeto de estudio que confiera a la lingüística el carácter de ciencia, Saussure acuña la dicotomía lengua y habla. Lengua y habla son dos aspectos –esencialmente distintos- del lenguaje. Influido fuertemente por el pensamiento del sociólogo y antropólogo E. Durkheim (1858-1917), define la lengua como un “hecho social”, un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones, adoptadas por la comunidad, para permitir el ejercicio de la facultad lingüística entre los individuos.
Para avanzar en la delimitación, Saussure parte de un esquema elemental del acto individual de comunicación: el punto de partida es el cerebro del hablante, en el que se produce el encuentro entre el concepto (los conceptos son definidos como hechos de conciencia) y la imagen acústica (las representaciones de los signos lingüísticos que sirven para su expresión). Saussure delimita en el acto de comunicación los aspectos físicos (ondas sonoras), los fisiológicos (fonación y audición) y los psíquicos (la unión de conceptos e imágenes verbales). Añade a las fases del circuito comunicativo una “facultad de asociación y coordinación” que desempeña el papel principal en la organización de la lengua como sistema y que se pone en juego cada vez que no se trate de signos aislados.
El lugar de la lengua se ubica en el cerebro de los hablantes, en la suma de imágenes verbales y sus correspondientes conceptos almacenada en todos los individuos. La lengua es un tesoro depositado por la práctica del habla en todos los sujetos que pertenecen a la misma comunidad; se trata de un sistema virtualmente existente en el conjunto de los individuos. En efecto, la lengua es esencialmente social, nunca está completa en el cerebro individual y es “exterior” al individuo. Por otra parte, es un producto que se registra pasivamente; el individuo no puede por sí mismo crearla ni modificarla: es homologable a una especie de contrato establecido en la comunidad y para conocer su funcionamiento es preciso realizar una tarea de aprendizaje. Es, por eso, un hecho histórico. Por el contrario el habla tiene un carácter esencialmente individual: se trata de un acto de voluntad e inteligencia de los hablantes; tiene un carácter “más o menos accidental”, incluye los aspectos físicos y fisiológicos, y contrariamente a la lengua es algo “accesorio” (un individuo privado del habla por determinada patología puede seguir poseyendo su lengua). La lengua, si bien es un objeto psíquico, tiene naturaleza concreta, dado que los signos tienen un lugar real en el cerebro y son representables mediante imágenes convencionales. Un diccionario y una gramática pueden ser una representación fiel de una lengua. La lengua, sostiene Saussure, es forma y no sustancia, es el terreno de las articulaciones entre el plano de los conceptos y de la sustancia fónica.
De esta manera, Saussure consigue construir un objeto de estudio homogéneo, distinto del habla, que puede estudiarse separadamente: un sistema de signos en el que es esencial la unión del sentido y la imagen acústica. Puede concluirse entonces que la teoría saussureana otorga al léxico (en tanto conjunto de signos) un carácter esencial en el sistema de la lengua.
Saussure considera que la lingüística es una parte de la semiología, “la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social”, y define como tarea del lingüista determinar por qué la lengua es un sistema especial de signos dentro del conjunto de hechos semiológicos. De esta manera la lingüística es una subdisiciplina dentro de la psicología social y, en última instancia, de la psicología.
El signo lingüístico
El signo lingüístico consiste en una asociación entre el concepto y la imagen acústica, se trata de una delimitación convencional en una masa amorfa de contenido (“una nebulosa”) de cierta significación, mediante una forma lingüística: sólo pueden distinguirse conceptos en virtud de su estar ligados a un significante particular. La lengua oficia así de intermediaria entre el pensamiento y el sonido. El signo lingüístico es una entidad psicológica de dos caras, que Saussure denomina significado y significante (para el concepto y la imagen acústica, respectivamente) de manera de trasmitir la unidad indisoluble que conforma el signo como totalidad.
Significado y significante están en una relación de interdependencia; el vínculo entre ellos es arbitrario, es decir, inmotivado: no hay razón para que a determinado significado le corresponda determinado significante y viceversa, hecho que prueba la existencia misma de distintas lenguas naturales (para un mismo significado, en español: mesa de luz; francés: nuittable; inglés: nighttable; alemán: Nachttisch; nótese además que el español conceptualiza de manera distinta de las demás lenguas esa significación). Por otra parte, el signo lingüístico es lineal debido al carácter auditivo del significante: tiene lugar necesariamente en la dimensión tiempo y asume sus características (representa una extensión mensurable).
Los elementos del significante se disponen secuencialmente y forman una cadena, lo cual es evidente en la escritura. El signo lingüístico es inmutable en relación con el individuo y la masa hablante que lo emplea: la lengua es siempre herencia de una época precedente, es “la carta forzada” y por tanto no puede cambiarse por la libre voluntad. Sin embargo, en relación con la dimensión tiempo, el signo lingüístico es mutable, puesto que es susceptible de alteración tanto en el plano del significante como del significado (cfr. latín clásico: necare, ‘matar’; español: anegar; francés: noyer, ‘ahogar’ ).
Sistema y valor
La lengua es un sistema de valores puros, que son establecidos por el hecho social: los valores de los signos lingüísticos se basan en el uso y el consenso de la comunidad. Un elemento del sistema no tiene valor sino en su relación con la totalidad del sistema; la lengua es un sistema en el que todos sus elementos son solidarios y en el que el valor de cada uno resulta de la presencia simultánea de los otros. La noción de valor se verifica tanto en el plano del significado como en el plano del significante.
Dentro de una misma lengua, las palabras con un significado general común se delimitan recíprocamente (valiente, audaz, temerario); las palabras de distintas lenguas no siempre tienen una correspondencia uno a uno (el inglés emplea fish indistintamente para pescado y pez, que en español se oponen por el rasgo +/- viviente; sus valores respectivos emanan de las diferencias que constituyen el sistema total del inglés y el español respectivamente). En cuanto al plano del significante, son sólo las diferencias opositivas las que configuran los valores de los elementos: hay cierto margen de flexibilidad para la realización de determinados fonemas (en la Argentina encontramos distintas pronunciaciones según las variantes regionales y sociolectales para la palabra lluvia ([lubja]; [šubja], [žubja], que portan el mismo valor distintivo; sin embargo, tal flexibilidad no podría trasladarse al sistema fonológico del francés). Saussure concluye que en la lengua no hay más que diferencias conceptuales y fónicas que resultan del sistema y que ponen en relación de valor a todos sus elementos.
Relaciones sintagmáticas y asociativas
Las relaciones entre los elementos del sistema se realizan en dos órdenes diferentes que corresponden a las dos formas de nuestra actividad mental: el orden sintagmático y el orden asociativo o paradigmático. Las relaciones sintagmáticas reflejan la linealidad del signo lingüístico, que condiciona la secuencialidad de todas las expresiones: los elementos se alinean uno detrás del otro en la cadena del habla (fonos, palabras, oraciones); la totalidad resultante es llamada sintagma y se compone de dos o más unidades consecutivas (por ejemplo, ante-poner, Con razón, Aunque llueva, saldré). Se trata de relaciones “en presencia” (puesto que dos o más elementos se hallan igualmente presentes en la serie), ordenadas y que tienen un carácter finito. Las relaciones paradigmáticas se dan en el cerebro del hablante (son relaciones “en ausencia”), que asocia elementos del sistema que tienen algo en común (por ejemplo, altura/frescura/calentura; cariño/afecto/amor; perdón/calefón/atención), es decir, la asociación puede basarse en la presencia de elementos comunes –un sufijo–, en la analogía de significados o en la simple similitud fónica. Los elementos evocados forman una familia asociativa que no tiene un orden dado ni, por lo general, un número definido.
Sincronía y diacronía
Sobre la base de la dimensión del tiempo, Saussure plantea la necesidad de distinguir la perspectiva sincrónica y la perspectiva diacrónica en el estudio lingüístico, necesidad común a todas las ciencias que operan con valores. Así plantea, en primer lugar, una lingüística sincrónica que se ocupa del aspecto estático de la lengua (“el eje de las simultaneidades”), que se instancia como un sistema de puros valores fuera de toda consideración histórica y, en segundo lugar, una lingüística diacrónica (“el eje de las sucesiones”), que estudia la evolución de una lengua. Para Saussure, la oposición entre ambos puntos de vista es absoluta: la lengua es comparada en este sentido con un juego de ajedrez: el valor respectivo de las piezas depende de su posición en el tablero, por lo tanto, el sistema siempre es algo momentáneo, que varía de posición a posición (= el sistema en equilibrio). Los cambios evolutivos (=alteraciones del sistema) no afectan más que a elementos aislados –como el movimiento de una pieza-; esos cambios pueden tener repercusión alta o nula en el sistema total. Ambas perspectivas son igualmente legítimas y necesarias; sin embargo considera que la lingüística ha dedicado una atención excesiva a la diacronía y que debe volverse hacia el estudio de la sincronía, considerada como descripción de estados de lengua. De hecho, todos los estudios rotulados como “descriptivismo” que ocupan la primera mitad del siglo XX provienen más o menos directamente de Saussure.
Lecturas recomendadas
Saussure, F. de (1916), Cours de linguistique générale, publicado por C. Bally y A. Sechehaye, con la colaboración de A. Riedlinger, Lausana-París: Payot. Traducción al español de Amado Alonso, Curso de Lingüística General, Buenos Aires, Losada, (1980) [1945].
Saussure, F. de (2002), Écrits de linguistique générale, París, Gallimard. Publicado en español, Escritos sobre lingüística general, Barcelona, Gedisa, 2004.
1 Recientemente se ha editado un volumen que contiene escritos inéditos de Saussure, que habían permanecido ocultos hasta 1996 en la casa familiar, y que ponen en tela de juicio el carácter categórico con que son presentadas las famosas dualidades estructuralistas en el Curso de Lingüística General (ver lecturas básicas, Saussure, 2004).

LINGÜÍSTICA (ESTRUCTURALISMO)

Las palabras: el signo lingüístico, los monemas


La Gramática y sus partes

La Gramática es la ciencia que estudia la lengua y la que rige su uso mediante una serie de normas. La Gramática esta formada por diferentes ciencias que se ocupan de los diversos aspectos más concretos.

Partes Objeto de estudio
Fonética Los sonidos que pronunciamos: cómo se emiten, los órganos que intervienen (lengua, labios...
Fonología La función de los sonidos.
Ortología La pronunciación de los sonidos de la palabra, la entonación de la frase, las pausas...
Ortografía La escritura de las palabras, el uso de la tilde, de los signos de puntuación...
Semántica El significado de las palabras.
Morfología La forma de las palabras (nombres, verbos...), cómo están constituidas, cómo se forman...
Sintaxis La relación de las palabras en la oración, su combinación y sus funciones.

El signo lingüístico
La comunicación entre las personas se establece por medio de signos que ellas mismas han inventado.
Signos Significados
Los aplausos en el teatro La obra ha gustado a los espectadores.
El color negro Luto
Sería bastante complejo comunicar todas nuestras ideas y expresar nuestros sentimientos con signos como los anteriores. Pero el hombre, posee un medio más completo para expresar todo lo que sabe y siente; es el lenguaje.
El lenguaje está compuesto por signos lingüísticos y éstos siempre tienen dos partes inseparables:
  • El significado que es la idea o contenido que tenemos en la mente de cualquier palabra conocida.

El significante que es el conjunto de sonidos o letras con que transmitimos el contenido de esa palabra conocida.


SIGNO LINGÜÍSTICO
Características del signo lingüístico
El signo lingüístico tiene estas características:

  • Biplánico: Un plano se refiere a la idea que se forma en nuestra mente, es decir, al significado y que se llama plano del contenido. El otro plano se refiere a los sonidos o las letras que forman la palabra, es decir, al significante y se llama plano de la expresión.
  • Arbitrario: La relación entre el significado y el significante del signo lingüístico es un acuerdo libre entre los hombres. Cada comunidad de hablantes utiliza distintos significantes para un mismo significado. La palabra que nos sirve para referirnos a "pájaro" es pájaro pero podría ser otra y todos lo entenderíamos. Para los franceses la palabra que se refiere al significado anterior es oiseau. EL SIGNO LINGÜÍSTICO ES ARBITRARIO.
  • Articulado: El signo lingüístico puede descomponerse en partes más pequeñas.

    arboleda

árbol eda

a r b o l e d a

  • Lineal: Los signos lingüísticos se ordenan unos detrás de otros.
    La bicicleta es nueva.


Los monemas
Ya sabemos que los signos lingüísticos se pueden dividir en partes más pequeñas. Esas unidades se articulan entre sí, es decir, se unen y combinan para formar unidades mayores.
/n/ - /i/ - /ñ/ - /o/ - /s/ - niñ - o - s - niños
Fonemas - Monemas - Palabra
Como recordarás, los fonemas no tienen significado y constituyen lo que llamamos segunda articulación.
Los monemas son las unidades mínimas del lenguaje que tienen significado y constituyen la primera articulación.


Oración: Mi amiga sigue intranquila.

Monemas Significado
mi "posesión"
amig- "persona a la que tenemos afecto"
-a "femenino singular"
sigu- "continuidad en una acción o estado"
-e "3ª persona del singular del presente de indicativo"
in- "no"
tranquil- "estado de ánimo sosegado"
-a "femenino singular"

Clases de monemas
niñ- -o, -s
Persona humana de corta edad Indican masculino (-o) y plural (-s)
Lexema Morfemas
Monemas

Lexema es la parte del monema que aporta el significado al término o palabra.
Morfema es el monema que añade al lexema otros matices, menos significativos; pero no menos importantes como género, número, persona...

Monemas Clase
mi Morfema
amig- Lexema
-a Morfema
sigu- Lexema
-e Morfema
in- Morfema
tranquil- Lexema
-a Morfema

No se deben confundir los monemas con las sílabas. Las sílabas no tienen significado.
Tampoco equivalen a palabras, ya que palabra es un conjunto de fonemas dotado de significado que en la escritura va entre espacios en blanco y en la cadena oral entre pausas. Una palabra puede ser descompuesta en monemas en muchos casos (amig-a, sigu-e, in-tranquil-a); pero, otras veces, no admite esa división (mi, el, tren, níquel).


Clases de morfemas
Morfemas libres: Son los morfemas que pueden aparecer solos, sin estar unidos a un lexema.
Morfemas trabados: Son los que necesariamente tienen que aparecer unidos a un lexema.

Morfemas libres Morfemas trabados
de papeles

y niñas

las librería
Los principales morfemas libres son preposiciones, conjunciones, y artículos.

Clases de morfemas trabados
Flexivos: Sirven para expresar el género y número de nombres y adjetivos, y el modo, tiempo, número y persona de los verbos.

MORFEMAS DE GÉNERO
Término Morfema Información

niño -o Género masculino

niña -a Género femenino

MORFEMAS DE NÚMERO
Término Morfema Información
mesa (sin morfema) Número singular
perros -s Número plural
leones -es Número plural

MORFEMAS DEL VERBO
Forma verbal Lexema Morfema Información
canto cant -o 1ªSing. Pte. Indic.


Derivativos: Son los que al unirse a los lexemas forman palabras derivadas.

Prefijos Sufijos
suboficial bravura

redoble negruzco


LENGUAJE ORAL

LA ORALIDAD ENTRE OTRAS FORMAS DE COMUNICACIÓN

Josefina VilarDepartamento de Educación y Comunicación UAM Xochimilco

Resumen: Breve repaso histórico de la emergencia de la escritura, sus diferencias con la expresión oral y su inserción en los otros medios de comunicación.

El término "oralidad" se refiere a la comunicación hablada. Walter Ong propone distinguir la oralidad primaria de la secundaria; una es la que se produce en la presencia real de los hablantes y la otra la que se presenta en los medios de comunicación. Michel Chion advierte que las diferencias son sustanciales. Antes de abordarlas, advirtamos que estamos tratando con manifestaciones eminentemente lingüísticas y que las aproximaciones de la Lingüística más establecida suelen no tomar en cuenta aquellas expresiones de la lengua que no pertenecen al léxico o la morfosintaxis. Esas expresiones suelen reconocerse como elementos paralingüísticos y su estatuto estrictamente lingüístico dependerá de la escuela de pensamiento que las estudie. Se trata de los gestos corporales de los sujetos hablantes y oyentes que acompañan o sustituyen la emisión de oraciones, pero también podemos incluir en el tema de la oralidad a las disposiciones del escenario donde el acto de habla se lleva a cabo, todo lo cual se establece culturalmente, es decir, está codificado con mayor o menor fuerza y menos o más conscientemente.
En todo caso y como siempre, nos encontraremos con la articulación de elementos que provienen de distintas formas de comunicación y con la atención que debemos prestar al canal o soporte de la comunicación, que en el caso de la oralidad primaria es el espacio habitado siempre en tiempo presente por cuerpos humanos y otros objetos. En otras palabras, me parece que para poder asir algo de la evanescencia de la comunicación oral habrá deberíamos fijarnos particularmente en sus aspectos materiales, en la sustancia de la expresión en términos de Hjemslev o, según Marshal Mc Luhan, en la facultad del medio para ser él mismo el mensaje. Habrá que abordarla entonces como uno de los muchos medios de comunicación que, como cualquier otro, recurre a ciertos procedimientos específicos, pero que también puede incluir los de otros medios y estar a su vez incluido en las operaciones de algunos más.

La larga duración
Si atendemos a su historia, los medios de comunicación aparecen en este orden: 1) lengua hablada, 2) lengua escrita, 3) fotografía-cine-fonógrafo-radio-televisión, 4) informática-telemática. Aunque pueda no parecerlo, nos estamos fijando en el papel del desarrollo tecnológico comunicativo en el proceso civilizatorio y, tal vez abusivamente, ubicando retrospectivamente la producción humana de softwares (lenguajes, alfabeto, actos de comunicación, programas de radio, computación, etc.) y de hardwares, en su doble versión de soportes de la transmisión (cuerpo humano, piedra, papiro, papel, ondas hertzianas, cables, impulsos eléctricos, etc.) y de máquinas de comunicación (litografía, foto, cine, teléfono, computadoras, etc.).

En apoyo a esta perspectiva de la Historia, podemos citar cuatro hechos suficientemente reconocidos: que la aparición de la escritura produce un cambio cualitativo social de tal magnitud que la Historia propiamente dicha se inicia a partir de los primeros registros escritos; que la emergencia del capitalismo y la modernidad descansan en gran medida en la invención de la imprenta y en la producción industrial de papel que posibilitaron la difusión y democratización ilustrada de las ideas; que en el mundo de la posguerra fría se configuró la llamada sociedad de masas, producto fundamental de los medios ahora tradicionales de comunicación; y finalmente, que la globalización descansa en la conjunción de la informática con la telemática para conformar la sociedad llamada de la información.

Desde este punto de vista, el trabajo de Jack Woody es muy atractivo porque reconstruye la historia de la Humanidad, no a partir de sus modos de producción económica, sino a partir de sus modos de comunicación, aunque focaliza su investigación en la emergencia de la escritura, es decir, en las diferencias entre las sociedades orales y las sociedades con escritura.

Oralidad y escritura
Entre los hallazgos de este autor podemos citar la implicancia de los hechos de escritura en la constitución de las grandes religiones monoteístas, de sus estados burocráticos y de sus leyes. En efecto y según Woody, las culturas orales son politeístas y animistas, no operan con instituciones demasiado complicadas ni muy estáticas, y las normas de convivencia se dictan a menudo en función de los casos particulares. Pareciera ser, que el descubrimiento de la escritura provocó entre otras cosas, la formación de una clase especial de escribas supeditados al poder real y al mismo tiempo relativamente independientes quienes atendían tres aspectos fundamentales: la situación de los hombres con los poderes divinos y los mitos de fundación; la situación de las posesiones reales, es decir, la administración; y la regulación de la vida en común, es decir, la burocracia y la edición de leyes.

En el caso de la religión, todas las sociedades se enfrentan con los poderes sobrenaturales y los ritos de tránsito a través de la vida: el nacimiento, la pubertad, el matrimonio, la muerte, etc., y todas ellas suelen advocar a distintas divinidades en cada uno de estos momentos. Sin embargo, las religiones escritas someten a estas divinidades a un mandato superior que es el del Dios único. De hecho, son las religiones que se fijan en un Libro Santo las que llegan al monoteísmo y además son proselitistas, es decir, tienen una fuerza de expansión de la que carecen las religiones orales. Woody sugiere, que la escritura posibilitó a esas religiones el registro de los bienes y con ello el cálculo; y es en ellas donde aparece la moneda y las operaciones protocapitalistas. Además, en el ámbito de la regulación social con la escritura se establecen leyes universales, a diferencia de las normas orales que requieren del contexto para adquirir obligatoriedad. Tal es el caso de los refranes.

En otras palabras, la escritura entendida en sentido amplio es decir, incluyendo en ella todos los elementos icónicos, es producto y a la vez produce dos efectos poderosos: la autonomía relativa del universo representado y de su campo de acción y la capacidad de hacer explícitas algunas contradicciones y de esta manera superarlas. Por su parte, la reflexión oral tiene menos posibilidades de deslindarse del contexto donde se produce por que no se manifiesta en un medio independiente de la misma situación.

El quiebre de la palabra democrática
Los poderes de la escritura se potenciaron con la invención de la imprenta que permitió la circulación de las ideas en las incipientes democracias parlamentarias. A partir de entonces, la palabra escrita fue un medio de comunicación fundamental para los avances científicos y tecnológicos convirtiéndose en el medio por excelencia para alcanzar el progreso y la justicia entre los hombres. Habermas explica el nacimiento de la industria editorial y de la prensa periódica por la iniciativa de los pensadores de la ilustración que a través de la escritura aspiraban a la educación universal por medio de la cual se desterrarían las falsas creencias. Sin embargo, desde finales del siglo pasado la prensa de opinión da un vuelco al ser financiada por intereses comerciales.

Los nuevos medios de comunicación: fotografía, cine, radio nacen marcados por estos intereses. Estos medios incluyen de una u otra manera la expresión escrita, la oral y la icónica convirtiéndose en medios masivos de comunicación y apartandose justamente de la escritura pura y reservada para las élites intelectuales. La oralidad de los medios audiovisuales es engañosa por que se trata de una reproducción aislada del contexto del oyente y deformada en el sentido de privilegiar ciertos elementos de la escena sonora y anular otros.
En todo caso, cabe insistir en que las tecnologías de comunicación cada vez son más numerosas, cada vez permiten un mayor intercambio entre personas alejadas en el tiempo y en el espacio. Ninguna de estas tecnologías anula a las anteriores; más bien las reacomoda en el nuevo medio y las distribuye selectivamente entre los consumidores.

Internet
Marshal Mc Luhan apuesta al fin de la civilización de la imprenta que se está convirtiendo en la aldea global donde el pensamiento se libera de la secuencia lineal de la escritura. Roman Gubern habla de laberintos y sapping. Al Gore concibe la globalización a partir de las autopistas de la información. En todos los casos, se trata de una sociedad que crea vínculos fuertes entre sujetos ausentes. La oralidad primaria se ve reducida a ámbitos más estrechos. Los contextos son cada vez más virtuales. Si la autonomía del mensaje produce inevitablemente mayores capacidades de abstracción, las incógnitas del futuro en términos de comunicación se refieren como siempre a la propiedad de los medios y al uso diferenciado de sus consumidores. La reducción de la oralidad primaria podría significar una comunicación menos humana en el sentido de la pérdida de contacto con la naturaleza. Las limitaciones de la oralidad son al mismo tiempo su fuerza. Se trata de la facultad del aquí y ahora en presencia a través del contacto no sólo visual o sonoro, sino que incluye los otros sentidos.

Notas Bibliográficas
Chion, M. (1998) Le son, Éditions Nathan, París.
Goody, J. (1986) La logique de l'écriture. Aux origines des sociétés humaines, Armand Colin, Paris.
_______ (1993) Entre l'oralité et l'écriture, PUF, col. Ethnologies, París.
Gubern, R. (1996) Del bisonte a la realidad virtual. La escena y el laberinto, Anagrama, Barcelona.
Habermas, Jürgen, (19 ) Historia y crítica de la opinión pública. La transformaciòn estructural de la vida pùblica, Gustavo Gili, Barcelona.
Hjemslev, L. (1971) Essais linguistiques, Minuit, Paris.
Mc Luhan M. y B.R. Powers (1993) La aldea global, Gedisa, Barcelona.
Ong, W. (1987) Oralidad y escritura. Tecnologías de la palabra, FCE, México.

LENGUAJE ORAL

ORALIDAD Y PLANIFICACIÓN DEL DISCURSO


El concepto de planificación discursiva se hace corresponder, tradicionalmente, con la lengua escrita. La lengua hablada es espontánea e instantánea mientras que la escritura es planificada, no espontánea y está sujeta a revisión. Así también la lengua escrita, a diferencia de la lengua oral, presupone un proceso de elaboración previa. Si colocamos en paralelo dos continuos: lengua escrita y lengua oral y lengua planificada – lengua no planificada, se corresponderían de la manera siguiente:

Escritura------------------------------------------- Oralidad
Planificada-------------------------------------No planificada

En los extremos de lo escrito y de lo planificado se encontraría, por ejemplo, un artículo científico: se hacen múltiples revisiones, se cuida el contenido pero también el estilo. En el extremo de la oralidad y de lo no planificado tendríamos la conversación informal, por ejemplo una conversación en la cocina de nuestra casa. Pero todo eso es cierto solo en alguna medida: en lo escrito también se da lo no planificado, o lo menos planificado: una lista de compras, una nota personal, una nota electrónica, podrían encontrarse en este extremo. Asimismo, lo oral puede planificarse hasta tal punto que se puede incluso calcular la entonación: pensemos por ejemplo en un discurso político en el parlamento, o en una oración fúnebre.
Entre las formas más naturales de la oralidad esta la conversación, que se tiene también como una forma no elaborada. Sin embargo, si miramos un poco tanto en la tradición de este arte y en los estudios que se han hecho al respecto, la conversación no parece estar Iibre de normas. Eso nos lo dicen los antiguos léxicos de la conversación, donde se daba información sobre ciertos temas que podían ser tópico de las conversaciones elegantes, con una actualización sobre el conocimiento general de la época~. No todos los temas se tratan Iibremente en todas las sociedades en todas las conversaciones; existen restricciones en cuanto a los temas relacionados con la familia, el sexo y el dinero, por ejemplo.
Resulta muy complicado para hablantes de culturas diferentes saber conocer el manejo de los turnos conversacionales: saber cuando deben entrar en la conversación. La impericia en este manejo puede convertirse en un motivo de ruptura de la conversación o de enojo entre los participantes. Es sabido que los judíos neoyorquinos manejan la interrupción como muestra de acuerdo (high involvement style), mientras que otros norte-americanos blancos esperan el termino del turno del otro participante para comenzar a hablar (cf. Tannen, 1984). En Venezuela esto seria una marca dialectal: los andinos suelen respetar los turnos conversacionales, mientras que los hablantes centrales interrumpen al interlocutor para manifestar lo que Tannen (1989) ha llamado "rapport": el acuerdo, la comunión, el buen éxito de la conversación.
Casalmiglia y Tusón (1999:28) opinan al respecto: "A pesar de que existe un pensamiento ampliamente difundido que considera que la lengua oral se adquiere de forma 'natural' y que la lengua escrita se aprende de forma 'artificial', hay que tener en cuenta que con ella se puede llegar a una extrapolación que establezca una dicotomía total entre lo que corresponde a la biología y lo que corresponde a la “cultura".
No sabemos cual de las formas del hablar es la mas natural a la especie humana. Es interesante la discusión, de corte aristotélico sobre este tema, porque no podemos perder de vista que el lenguaje es una institución creada por el hombre y es la esencia de su vida en la sociedad. De modo que, dicho esto, podemos discurrir sobre cual es la forma primaria de comunicación: hay algunos que consideran la narración como la forma mas natural, otros, la conversación. Barrera Linares considera la narrativa como una de las formas mas naturales de la comunicación, en todo caso como "el mas vinculado a la conformación del caudal cognoscitivo inherente al hombre" y la narratividad "el fenómeno lingüístico-cognoscitivo de mayor relevancia para la especie" (Barrera-Linares, 1995:11). Para Halliday (1990:46) la conversación es la "forma paradigmática de la oralidad".
La conversación no parece ser menos elaborada entre las formas de comunicación: el hecho mismo de implicar una alteridad solo parece hacerla propia de etapas mas avanzadas en la evolución del lenguaje infantil: el diálogo parece posterior al monólogo. Además, hay una serie de normas que tomar en cuenta para que una conversación sea exitosa: los turnos, tópicos de conversación, intensidad de la voz, y hasta el ritmo son apenas algunas de ellas. Por todo ello parece la conversación como un género más elaborado que la narración. La argumentación, otro género común al lenguaje cotidiano de los adultos es aun mas complicado, pues implica también lo dialógico, sin que necesariamente deban estar dos personas frente a frente.
Una prueba de la elaboración y complejidad que pueden llegar a tener las conversaciones se encuentra en los manuales de cortesía. Carreño trata extensísimamente la conversación en su Manual de urbanidad y buenas maneras. Si bien el autor se centra en el tema de la cortesía toca, al hacerlo, asuntos relacionados con el lenguaje. Se considera por ejemplo la conversación como una forma de comunicación, pero también un instrumento constitutivo de la sociedad:"sin ella careceríamos del medio más pronto y eficaz de transmitir nuestras ideas, y de hacer más agradable y útil el trato con nuestros semejantes" (Carreño, 1999: 174). Su consideración abarca varios niveles del lenguaje - la fonética, el léxico, el estilo y la proxemia:

Nada hay que revele más claramente la educación de una persona, que su conversación: el tono y las inflexiones de la voz, la manera de pronunciar, la elección de los términos, el juego de la fisonomía, los movimientos del cuerpo, y todas las demás circunstancias físicas y morales que acompañan la enunciaci6n de las ideas ...(Carreño, 1999 :174).

Carreño comenta sobre la competencia del hablante en la conversación, en varios aspectos: En primer lugar, en la elección del léxico, el dominio de las emociones, la elección de palabras cultas, pero a la vez simples y no rebuscadas .. En segundo lugar, en la dinámica interpersonal, debiendo cuidarse por ejemplo de que esta sea general cuando el grupo es pequeño, pero permitiéndose los diálogos cuando los grupos son grandes. EI tema es uno de los problemas más reglamentados: los tópicos permitidos deben ser generales, pero excluyendo a lo que se refiere a la familia, a la persona, a las enfermedades, los conflictos, los negocios y materias profesionales; haciendo referencia a la coherencia en la conversación.
La gesticulación y, lo que es más importante, la coherencia entre esta y el sentido. También la narración y sus circunstancias Ie merecen la atención, los turnos y los períodos de habla, así como la atención hacia el hablante por parte de los escuchas.
Para Halliday, la lengua oral no es menos estructurada ni menos organizada que la escrita. Así llega a afirmar: "Contrariamente a lo que piensa mucha gente, la lengua hablada es en su totalidad, más compleja que la lengua escrita en su gramática y la conversación informal y espontánea es, gramaticalmente, la más compleja de todas (Halliday, 1985:47, mi traducción). Sin embargo, las razones de esa complejidad son diferentes. Si la escritura es estática y densa, la oralidad es dinámica e intrincada; el imbricamiento gramatical de la oralidad toma el sitio de la densidad léxica de la escritura (Halliday, 1989: 87)

Notas
"En Alemania se conoce desde 1808 el Konversationslexikon de la editorial Brockhaus.

domingo, 1 de noviembre de 2009

CUENTOS

Historia del guerrero y de la cautiva
(El Aleph, 1949)Jorge Luis Borges (1899–1986)

En la página 278 del libro La poesía (Bari, 1942), Croce, abre­viando un texto latino del historiador Pablo el Diácono, narra la suerte y cita el epitafio de Droctulft; éstos me conmovieron singularmente, luego entendí por qué. Fue Droctulft un guerrero lombardo que en el asedio de Ravena abandonó a los suyos y murió defendiendo la ciudad que antes había atacado. Los raveneses le dieron sepultura en un templo y compusieron un epitafio en el que manifestaron su gratitud (“contespsit caros, dum nos amat ille, parentes”) y el peculiar contraste que se advertía entre la figura atroz de aquel bárbaro y su simplicidad y bondad:


Terribilis viste facies mente benignus,
Longaque robusto pectores barba fuit![1]


Tal es la historia del destino de Droctulft, bárbaro que murió defendiendo a Roma, o tal es el fragmento de su historia que pudo rescatar Pablo el Diácono- Ni siquiera sé en qué tiempo ocurrió: si al promediar el siglo vi, cuando los longobardos desolaron las llanuras de Italia;, si en el VIII, antes de la ren­dición de Ravena. Imaginemos (éste no es un trabajo histórico) lo primero.
Imaginemos, sub specie aeternitatis, a Droctulft, no al indivi­duo Droctulft, que sin duda fue único e insondable (todos los individuos lo son), sino al tipo genérico que de él y de otros muchos como él ha hecho la tradición, que es obra del olvidó y de la memoria. A través de una oscura geografía de selvas y de ciénagas, las guerras lo trajeron a Italia, desde las márgenes del Danubio y del Elba, y tal vez no sabía que iba al Stir y tal vez no sabía que guerreaba contra el nombre romano. Quizá profesaba el arrianismo, que mantiene que la gloria del Hijo es reflejo de la gloria del Padre, pero más congruente es imagi­narlo devoto de la Tierra, de Hertha, cuyo ídolo tapado iba de cabaña en cabaña en un carro tirado por vacas, o de los dioses de la guerra y del trueno, que eran torpes figuras de madera, envueltas en ropa tejida y recargadas de monedas y ajorcas. Venía de las selvas inextricables del jabalí y del uro; era blanco, ani­moso, inocente, cruel, leal a su capitán y a su tribu, no al universo. Las guerras lo traen a Ravena y ahí ve algo que no ha visto jamás, o que no ha visto con plenitud. Ve el día y los cipreses y el mármol. Ve un conjunto, que es múltiple sin desorden; ve una ciudad, un organismo hecho de estatuas, de templos, de jardines, de habitaciones, de gradas, de jarrones, de capiteles, de espacios regulares y abiertos. Ninguna de esas fábricas (lo sé) lo impresiona por bella; lo tocan como ahora nos tocaría una maquínaria compleja, cuyo fin ignoráramos, pero en cuyo diseño se adivinara una inteligencia inmortal. Quizá le basta ver un solo arco, con una incomprensible inscripción en eternas letras romanas. Bruscamente lo ciega y lo renueva esa revelación, la Ciudad. Sabe que en ella será un perro, o un niño, y que no empezará siquiera a entenderla, pero sabe también que ella vale más que sus dioses y que la fe jurada y que tódas las ciénagas de Alemania. Droctulft abandona a los' suyos y pelea por Ravena. Muere, y en la sepultura graban palabras que él no hubiera entendido:


Contempsit caros, dum nos amat ille, parentes,
Hanc patriam reputans esse, Ravenna, sham.


No fue un traidor (los traidores no suelen inspirar epitafios piadosos); fue un iluminado, un converso. Al cabo de unas cuantas generaciones, los longobardos que culparon al tránsfuga proce­dieron como él; se hicieron italianos; lombardos y acaso alguno cíe su sangre —Aldiger— pudo engendrar a quienes engendraron al Alighieri... Muchas conjeturas cabe aplicar al acto de Droc­tulft; la mía es la más económica; si no es verdadera como hecho, lo será como símbolo.
Cuando leí en el libro de Croce la historia del guerrero, ésta me conmovió de manera insólita y tuve la impresión de recu­perar, bajo forma diversa, algo que había sido mío. Fugazmente pensé en los jinetes mogoles que querían hacer de la China un infinito campo de pastoreo y luego envejecieron en las ciudades que habían anhelado destruir; no era ésta la memoria que yo buscaba. La encontré al fin; era un relato que le oí alguna vez a mi abuela inglesa, que ha muerto.
En 1872 mi abuelo Borges era jefe de las fronteras Norte y Oeste de Buenos Aires y Sur de Santa Fe. La comandancia estaba en Junín; más allá, a cuatro o cinco leguas uno de otro, la cadena de los fortines; más allá, lo que se denominaba entonces la Pampa y también Tierra Adentro. Alguna vez, entre maravillada y burlona, mi abuela comentó su destino de inglesa desterrada a ese fin del mundo; le dijeron que no era la única y le señalaron, meses después, una muchacha india que atravesaba lentamente la plaza. Vestía dos mantas coloradas e iba descalza; sus crenchas eran rubias. Un soldado le dijo que otra inglesa quería hablar con ella. La mujer asintió; entró en la comandancia sin temor, pero no sin recelo. En la cobriza cara, pintarrajeada de colores feroces, los ojos eran de ese azul desganado que los ingleses llaman gris. El cuerpo era ligero, como de cierva; las manos, fuertes y huesudas. Venía del desierto, de Tierra Adentro y todo parecía quedarle chico: las puertas, las paredes, los muebles.
Quizá las dos mujeres por un instante se sintieron hermanas, estaban lejos de su isla querida y en un increíble país. Mi abuela enunció alguna pregunta; la otra le respondió con dificultad, buscando las palabras y repitiéndolas, como asombrada de un antiguo sabor. Haría quince años que no hablaba el idioma natal y no le era fácil recuperarlo. Dijo que era de Yorkshire, que sus padres emigraron a Buenos Aires, que los había perdido en un malón, que la habían llevado los indios y que ahora era mujer de un capitanejo, a quien ya había dado dos hijos y que era muy valiente. Eso lo fue diciendo en un inglés rústico, entreverado de araucano o de pampa, y detrás del relato se vislumbraba una vida feral: los toldos de cuero de caballo, las hogueras de estiércol, los festines de carne chamuscada o cíe vísceras crudas, las sigilosas marchas al alba; el asalto de los corrales, el alarido y el saqueo, la guerra, el caudaloso arreo de las haciendas por jinetes, desnudos, la poligamia, la hediondez y la magia. A esa barbarie se había rebajado una inglesa. Movida por la lástima y el escándalo, mi abuela la exhortó a no volver. juró ampararla, juró rescatar a sus hijos. La otra le contestó que era feliz y volvió, esa noche, al desierto. Francisco Borges moriría poco después, en la revolución del 74; quizá mi abuela, entonces, pudo percibir en la otra mujer, también arrebatada y transformada por este continente implacable, un espejo monstruoso de su destino...
Todos los años, la india rubia solía llegar a las pulperías de Junín, o del Fuerte Lavalle, en procura de baratijas y “vicios”; no apareció, desde la conversación con mi abuela. Sin embargo, se vieron otra vez. Mi abuela había salido a cazar; en un rancho, cerca de los bañados, un hombre degollaba una oveja. Como en un sueño, pasó la india a caballo. Se tiró al suelo y bebió la sangre caliente. No sé si lo hizo porque ya no podía obrar tic otro modo, o como un desafío y un signo.
Mil trescientos años y el mar median entre el destino de la cautiva y el destino de Droctulft. Los dos, ahora, son igualmente irrecuperables. La figura del bárbaro que abraza la causa de Ravena, la figura de la mujer europea que opta por el desierto, pueden parecer antagónicos- Sin embargo, a los dos los arrebató un ímpetu secreto, un ímpetu más hondo que la razón, y los dos acataron ese ímpetu que no hubieran sabido justificar. Acaso las historias que he referido son una sola historia. El anverso y el reverso de esta moneda son, para Dios, iguales.

A Ulrike von Kühlmann.


[1] Tambíén Gibbon (Decline and Fall, XLV) transcribe estos versos.

CUENTOS

El inmortal
Jorge Luis Borges

Solomon saith: There is no new thing upon the earth. So that as Plato had an imagination, that all knowledge was but remembrance; so Solomon given his sen-tence, that all novelty is but Coblivion.
FRANCIS BACON, Essays, LVIII

En Londres, a principios del mes de junio de 1929, el anticuario Joseph Cartaphilus, de Esmirna, ofreció a la princesa de Lucinge los seis volúmenes en cuarto menor (1715-1720) de la Illiada de Pope. La princesa los adquirió; al recibirlos, cambio unas palabras con él. Era, nos dice, un hombre consumido y terroso, de ojos grises y barba gris, de rasgos singularmente vagos. Se manejaba con fluidez e ignorancia en diversas lenguas; en muy pocos minutos paso del francés al ingles y del in-gles a una conjunción enigmática de español de Salónica y de portugues de Macao. En octubre, la princesa oyó por un pasajero del Zeus que Cartaphilus había muerto en el mar, al regresar a Esmirna, y que lo habían enterrado en la isla de Ios. En el ultimo tomo de la Iliada hallo este manuscrito.

El original esta redactado en ingles y abunda en latinismos. La versión que ofrecemos es literal
I
Que yo recuerde, mis trabajos empezaron en un jardín de Tebas Hekatompylos, cuando Dioclecia no era emperador. Yo había militado (sin gloria) en las recientes guerras egipcias, yo era tribuno de una legión que estuvo acuartelada en Berenice, frente al Mar Rojo: la fiebre y la magia consumieron a muchos hombres que codiciaban magnanimos el acero. Los mauritanos fueron vencidos; la tierra que antes ocuparon las ciudades rebeldes fue dedicada eternamente a los dioses plutonicos; Alejandría, debelada, imploro en vano la misericordia del Cesar; antes de un año las legiones reportaron el triunfo, pero yo logre apenas divisar el rostro de Marte. Esa privacion me dolio y fue tal vez la causa de que yo me arrojara a descubrir, por temerosos y difusos desiertos, la secreta Ciudad de los Inmortales.
Mis trabajos empezaron, he referido, en un jardin de Tebas. Toda esa noche no dormi, pues algo estaba combatiendo en mi corazon. Me levante poco antes del alba; mis esclavos dormian, la luna tenia el mismo color de la infinita arena. Un jinete rendido y ensangrentado venia del oriente. A unos pasos de mi, rodo del caballo. Con una tenue voz insaciable me pregunto en latin el nombre del rio que banaba los muros de la ciudad. Le respondi que era el Egipto, que alimentan las lluvias. Otro es el río que persigo, replico tristemente, el río secreto que purifica de la muerte a los hombres. Oscura sangre le manaba del pecho. Me dijo que su patria era una montaña que esta al otro lado del Ganges y que en esa montaña era fama que si alguien caminara hasta el occidente, donde se acaba el mundo, llegaría al río cuyas aguas dan la inmortalidad. Agrego que en la margen ulterior se eleva la Ciudad de los Inmortales, rica en baluartes y anfiteatros y templos. Antes de la aurora murió, pero yo determine descubrir la ciudad y su río. Interrogados por el verdugo, algunos prisioneros mauritanos confirmaron la relación del viajero; alguien recordó la llanura elísea, en el termino de la tierra, donde la vida de los hombres es perdurable; alguien, las cumbres donde nace el Pactolo, cu-yos moradores viven un siglo. En Roma, converse con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el numero de sus muertes. Ignoro si creí alguna vez en la Ciudad de los Inmortales: pienso que entonces me bastó la tarea de buscarla. Flavio, procónsul de Getulia, me entregó doscientos soldados para la empresa. También reclute mercenarios, que se dijeron conocedores de los caminos y que fueron los primeros en desertar.
Los hechos ulteriores han deformado hasta lo inextricable el recuerdo de nuestras primeras jornadas. Partimos de Arsinoe y entramos en el abrasado desierto. Atravesamos el país de los trogloditas, que devoran serpientes y carecen del comercio de la palabra; el de los garamantas, que tienen las mujeres en común y se nutren de leones; el de los augilas, que sólo veneran el Tártaro. Fatigamos otros desiertos, donde es negra la arena; donde el viajero debe usurpar las horas de la noche, pues el fervor del día es intolerable. De lejos divise la montaña que dio nombre al Océano: en sus laderas crece el euforbio, que anula los venenos; en la cumbre habitan los sátiros, nación de hombres ferales y rústicos, inclinados a la lujuria. Que esas regiones barbaras, donde la tierra es madre de monstruos, pudieran albergar en su seno una ciudad famosa, a todos nos pareció inconcebible. Proseguimos la marcha, pues hubiera sido una afrenta retroceder.
Algunos temerarios durmieron con la cara expuesta a la luna; la fiebre los ardió; en el agua depra-vada de las cisternas otros bebieron la locura y la muerte. Entonces comenzaron las deserciones; muy poco después, los motines. Para reprimirlos, no vacile ante el ejercicio de la severidad. Procedí rectamente, pero un centurión me advirtió que los sediciosos (ávidos de vengar la crucifixión de uno de ellos) maquinaban mi muerte. Huí del campamento, con los pocos soldados que me eran fieles. En el desierto los perdí, entre los remolinos de arena y la vasta noche. Una flecha cretense me laceró. Varios días erre sin encontrar agua, o un solo enorme día multiplicado por el sol, por la sed y por el temor de la sed. Deje el camino al arbitrio de mi caballo. En el alba, la lejanía se erizó de pirámides y de torres. Insoportablemente soñé con un exiguo y nítido laberinto: en el centro había un cántaro; mis manos casi lo tocaban, mis ojos lo veían, pero tan intrincadas y perplejas eran las curvas que yo sabía que iba a morir antes de alcanzarlo.
II
Al desenredarme por fin de esa pesadilla, me vi tirado y maniatado en un oblongo nicho de piedra, no mayor que una sepultura común, superficialmente excavado en el agrio declive de una montaña. Los lados eran húmedos, antes pulidos por el tiempo que por la industria. Sentí en el pecho un dolo-roso latido, sentí que me abrasaba la sed. Me asome y grite débilmente. Al pie de la montaña se dilataba sin rumor un arroyo impuro, entorpecido por escombros y arena; en la opuesta margen res-plandecía (bajo el ultimo sol o bajo el primero) la evidente Ciudad de los Inmortales. Vi muros, arcos, frontispicios y foros: el fundamento era una meseta de piedra. Un centenar de nichos irregu-lares, análogos al mío, surcaban la montuna y el valle. En la arena había pozos de poca hondura; de esos mezquinos agujeros (y de los nichos) emergían hombres de piel gris, de barba negligente, des-nudos. Creí reconocerlos: pertenecían a la estirpe bestial de los trogloditas, que infestan las riberas del Golfo Arábigo y las grutas etiópicas; no me maraville de que no hablaran y de que devoraran serpientes.
La urgencia de la sed me hizo temerario. Considere que estaba a unos treinta pies de la arena; me tire, cerrados los ojos, atadas a la espalda las manos, montaña abajo. Hundí la cara ensangrentada en el agua oscura. Bebí como se abrevan los animales. Antes de perderme otra vez en el sueno y en los delirios, inexplicablemente repetí unas palabras griegas: los ricos teucros de Zelea que beben el agua negra del Esepo...
No se cuantos días y noches rodaron sobre mi. Doloroso, incapaz de recuperar el abrigo de las ca-vernas, desnudo en la ignorada arena, deje que la luna y el sol jugaran con mi aciago destino. Los trogloditas, infantiles en la barbarie, no me ayudaron a sobrevivir o a morir. En vano les rogué que me dieran muerte. Un día, con el filo de un pedernal rompí mis ligaduras. Otro, me levante y pude mendigar o robar--yo, Marco Flaminio Rufo, tribuno militar de una de las legiones de Roma--mi primera detestada ración de carne de serpiente.
La codicia de ver a los Inmortales, de tocar la sobrehumana Ciudad, casi me vedaba dormir. Como si penetraran mi propósito, no dormían tampoco los trogloditas: al principio inferí que me vigilaban; luego, que se habían contagiado de mi inquietud, como podrían contagiarse los perros. Para alejarme de la barbara aldea elegí la mas publica de las horas, la declinación de la tarde, cuando casi todos los hombres emergen de las grietas y de los pozos y miran el poniente, sin verlo. Ore en voz alta, menos para suplicar el favor divino que para intimidar a la tribu con palabras articuladas. Atravesé el arroyo que los médanos entorpecen y me dirigí a la Ciudad. Confusamente me siguieron dos o tres hombres. Eran (como los otros de ese linaje) de menguada estatura; no inspiraban temor, sino repulsión. Debí rodear algunas hondonadas irregulares que me parecieron canteras; ofuscado por la grandeza de la Ciudad, yo la habla creído cercana. Hacia la medianoche, pise, erizada de formas idolátricas en la arena amarilla, la negra sombra de sus muros. Me detuvo una especie de horror sagrado. Tan abominadas del hombre son la novedad y el desierto que me alegre de que uno de los trogloditas me hubiera acompañado hasta el fin. Cerré los ojos y aguarde (sin dormir) que relumbrara el día.
He dicho que la Ciudad estaba fundada sobre una meseta de piedra. Esta meseta comparable a un acantilado no era menos ardua que los muros. En vano fatigue mis pasos: el negro basamento no descubría la menor irregularidad, los muros invariables no parecían consentir una sola puerta. La fuerza del día hizo que yo me refugiara en una caverna; en el fondo había un pozo, en el pozo una escalera que se abismaba hacia la tiniebla inferior. Baje; por un caos de sórdidas galerías llegue a una vasta cámara circular, apenas visible. Había nueve puertas en aquel sótano; ocho daban a un laberinto que falazmente desembocaba en la misma cámara; la novena (a través de otro laberinto) daba a una segunda cámara circular, igual a la primera. Ignoro el numero total de las cámaras; mi desventura y mi ansiedad las multiplicaron. El silencio era hostil y casi perfecto; otro rumor no había en esas profundas redes de piedra que un viento subterráneo, cuya causa no descubrí; sin ruido se perdían entre las grietas hilos de agua herrumbrada. Horriblemente me habitúe a ese dudoso mundo; considere increíble que pudiera existir otra cosa que sótanos provistos de nueve puertas y que sóta-nos largos que se bifurcan. Ignoro el tiempo que debí caminar bajo tierra; se que alguna vez con-fundí, en la misma nostalgia, la atroz aldea de los bárbaros y mi ciudad natal, entre los racimos.
En el fondo de un corredor, un no previsto muro me cerro el paso, una remota luz cayó sobre mí. Alce los ofuscados ojos: en lo vertiginoso, en lo altísimo, vi un circulo de cielo tan azul que pudo parecerme de púrpura. Unos peldaños de metal escalaban el muro. La fatiga me relajaba, pero subí, sólo deteniéndome a veces para torpemente sollozar de felicidad. Fui divisando capiteles y astrága-los, frontones triangulares y bóvedas, confusas pompas del granito y del marmol. Así me fue depa-rado ascender de la ciega región de negros laberintos entretejidos a la resplandeciente Ciudad.
Emergí a una suerte de plazoleta; mejor dicho, de patio. Lo rodeaba un solo edificio de forma irre-gular y altura variable; a ese edificio heterogéneo pertenecían las diversas cúpulas y columnas. Antes que ningún otro rasgo de ese monumento increíble, me suspendió lo antiquísimo de su fabrica. Sentí que era anterior a los hombres, anterior a la tierra. Esa notoria antigüedad (aunque terrible de algún modo para los ojos) me pareció adecuada al trabajo de obreros inmortales. Cautelosamente al principio, con indiferencia después, con desesperación al fin, erre por escaleras y pavimentos del inextricable palacio. (Después averigüé que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños, hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron.) Este palacio es fabrica de los dioses, pense primeramente. Explore los inhabitados recintos y corregí: Los dioses que lo edificaron han muerto. Note sus peculiaridades y dije: Los dioses que lo edificaron estaban locos. Lo dije, bien lo se, con una incomprensible reprobación que era casi un remordimiento, con mas horror intelectual que miedo sensible. A la impresión de enorme antigüedad se agregaron otras: la de lo interminable, la de lo atroz, la de lo complejamente insensato. Yo había cruzado un laberinto, pero la nítida Ciudad de los Inmortales me atemoriza y repugna. Un laberinto es una casa labrada para confundir a los hombres; su arquitectura, prediga en simetrías, esta subordinada a ese fin. En el palacio que imperfectamente explore, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas, con los peldaños y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla superior de las cúpulas. Ignoro si todos los ejemplos que he enumerado son literales; se que durante muchos años infestaron mis pesadillas; no puedo ya saber si tal o cual rasgo es una transcripción de la realidad o de las formas que desatinaron mis noches. Esta Ciudad (pense) es tan horrible que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir y de algún modo compromete a los astros. Mientras perdure, nadie en el mundo podrá ser valeroso o feliz. No quiero describirla; un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes aproximativas.
No recuerdo las etapas de mi regreso, entre los polvorientos y húmedos hipogeos. Unicamente se que no me abandonaba el temor de que, al salir del ultimo laberinto, me rodeara otra vez la nefanda Ciudad de los Inmortales. Nada mas puedo recordar. Ese olvido, ahora insuperable, fue quizá volun-tario; quizá las circunstancias de mi evasión fueron tan ingratas que, en algún día no menos olvidado también, he jurado olvidarlas.
III
Quienes hayan leído con atención el relato de mis trabajos recordaran que un hombre de la tribu me siguió como un perro podría seguirme, hasta la sombra irregular de los muros. Cuando salí del ultimo sótano, lo encontré en la boca de la caverna. Estaba tirado en la arena, donde trazaba torpemente y borraba una hilera de signos, que eran como las letras de los sueños, que uno esta a punto de en-tender y luego se juntan. Al principio, creí que se trataba de una escritura barbara; después vi que es absurdo imaginar que hombres que no llegaron a la palabra lleguen a la escritura. Además, ninguna de las formas era igual a otra, lo cual excluía o alejaba la posibilidad de que fueran simbólicas. El hombre las trazaba, las miraba y las corregía. De golpe, como si le fastidiara ese juego, las borró con la palma y el antebrazo. Me miró, no pareció reconocerme. Sin embargo, tan grande era el alivio que me inundaba (o tan grande y medrosa mi soledad) que di en pensar que ese rudimental troglodita, que me miraba desde el suelo de la caverna, había estado esperándome. El sol caldeaba la llanura; cuando emprendimos el regreso a la aldea, bajo las primeras estrellas, la arena era ardorosa bajo los pies. El troglodita me precedió; esa noche concebí el propósito de enseñare a reconocer, y acaso a repetir, algunas palabras. El perro y el caballo (reflexione) son capaces de lo primero; muchas aves, como el ruiseñor de los Cesares, de lo ultimo. Por muy basto que fuera el entendimiento de un hombre, siempre sería superior al de irracionales.
La humildad y miseria del troglodita me trajeron a la memoria la imagen de Argos, el viejo perro moribundo de la Odisea, y así le puse el nombre de Argos y trate de enseñárselo. Fracase y volví a fracasar. Los arbitrios, el rigor y la obstinación fueron del todo vanos. Inmóvil, con los ojos inertes, no parecía percibir los sonidos que yo procuraba inculcarle. A unos pasos de mí, era como si estu-viera muy lejos. Echado en la arena, como una pequeña y ruinosa esfinge de lava, dejaba que sobre el giraran los cielos, desde el crepúsculo del día hasta el de la noche. Juzgue imposible que no se percatara de mi propósito. Recordé que es fama entre los etíopes que los monos deliberadamente no hablan para que no los obliguen a trabajar y atribuí a suspicacia o a temor el silencio de Argos. De esa imaginación pase a otras, aun mas extravagantes. Pense que Argos y yo participábamos de uni-versos distintos; pense que nuestras percepciones eran iguales, pero que Argos las combinaba de otra manera y construía con ellas otros objetos; pense que acaso no había objetos para el, sino un vertiginoso y continuo juego de impresiones brevísimas. Pense en un mundo sin memoria, sin tiem-po; considere la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos im-personales o de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años, pero algo parecido a la felicidad ocurrió una mañana. Llovió, con lentitud poderosa.
Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquella había sido un fuego. Soñé que un río de Tesa-lia (a cuyas aguas yo había restituido un pez de oro) venía a rescatarme; sobre la roja arena y la negra piedra yo lo oía acercarse; la frescura del aire y el rumor atareado de la lluvia me despertaron. Corrí desnudo a recibirla. Declinaba la noche; bajo las nubes amarillas la tribu, no menos dichosa que yo, se ofrecía a los vívidos aguaceros en una especie de éxtasis. Parecían coribantes a quienes posee la divinidad. Argos, puestos los ojos en la esfera, gemía; raudales le rodaban por la cara; no sólo de agua, sino (después lo supe) de lagrimas. Argos, le grite, Argos.
Entonces, con mansa admiración, como si descubriera una cosa perdida y olvidada hace mucho tiempo, Argos balbuceó estas palabras: Argos, perro de Ulises. Y después, también sin mirarme: Este perro tirado en el estiércol.
Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real. Le pregunte que sabía de la Odisea. La practica del griego le era penosa; tuve que repetir la pregunta. Muy poco, dijo. Menos que el rapsoda mas pobre. Ya habrán pasado mil cien años desde que la inventé.
IV
Todo me fue dilucidado, aquel día. Los trogloditas eran los Inmortales; el riacho de aguas arenosas, el Río que buscaba el jinete. En cuanto a la ciudad cuyo nombre se había dilatado hasta el Ganges, nueve siglos haría que los Inmortales la habían asolado. Con las reliquias de su ruina erigieron, en el mismo lugar, la desatinada ciudad que yo recorrí: suerte de parodia o reverso y también templo de los dioses irracionales que manejan el mundo y de los que nada sabemos, salvo que no se parecen al hombre. Aquella fundación fue el ultimo símbolo a que condescendieron los Inmortales; marca una etapa en que, juzgando que toda empresa es vana, determinaron vivir en el pensamiento, en la pura especulación. Erigieron la fabrica, la olvidaron y fueron a morar en las cuevas. Absortos, casi no perciban el mundo físico.
Esas cosas Homero las refirió, como quien habla con un niño. También me refirió su vejez y el postrer viaje que emprendió, movido, como Ulises, por el propósito de llegar a los hombres que no saben lo que es el mar ni comen carne sazonada con sal ni sospechan lo que es un remo. Habitó un siglo en la Ciudad de los Inmortales. Cuando la derribaron, aconseja la fundación de la otra. Ello no debe sorprendernos; es fama que después de cantar la guerra de Ilión, cantó la guerra de las ranas y los ratones. Fue como un dios que creara el cosmos y luego el caos.
Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa con-vicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en el, ya que destinan todos los demás, en numero infinito, a premiarlo o a castigarlo. Mas razonable me parece la rueda de ciertas religiones del In-dostán; en esa rueda, que no tiene principio ni fin, cada vida es efecto de la anterior y engendra la siguiente, pero ninguna determina el conjunto... Adoctrinada por un ejercicio de siglos, la república de hombres inmortales había logrado la perfección de la tolerancia y casi del desdén. Sabía que en un plazo infinito le ocurren a todo hombre todas las cosas. Por sus pasadas o futuras virtudes/ todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir. Así como en los juegos de azar las cifras pares y las cifras impares tienden al equilibrio, así también se anulan y se corrigen el ingenio y la estolidez, y acaso el rústico poema del Cid es el contrapeso exigido por un solo epíteto de las Eglogas o por una sentencia de Heráclito. El pensa-miento mas fugaz obedece a un dibujo invisible y puede coronar, o inaugurar, una forma secreta. Se de quienes obraban el mal para que en los siglos futuros resultara el bien, o hubiera resultado en los ya pretéritos... Encarados así, todos nuestros actos son justos, pero también son indiferentes. No hay méritos morales o intelectuales. Homero compuso la Odisea; postulado un plazo infinito, con infini-tas circunstancias y cambios, lo imposible es no componer, siquiera una vez, la Odisea. nadie es alguien, un solo hombre inmortal es todos los hombres. Como Cornelio Agrippa, soy dios, soy héroe, soy filósofo, soy demonio y soy mundo, lo cual es una fatigosa manera de decir que no soy.
El concepto del mundo como sistema de precisas compensaciones influyó vastamente en los Inmor-tales. En primer termino, los hizo invulnerables a la piedad. He mencionado las antiguas canteras que rompían los campos de la otra margen; un hombre se despeñó en la mas honda, no podía lastimarse ni morir, pero lo abrasaba la sed; antes que le arrojaran una cuerda pasaron setenta años. Tampoco interesaba el propio destino. El cuerpo era un sumiso animal domestico y le bastaba, cada mes, la limosna de unas horas de sueno, de un poco de agua y de una piltrafa de carne. Que nadie quiera rebajarnos a ascetas. No hay placer mas complejo que el pensamiento y a el nos entregábamos. A veces, un estimulo extraordinario nos restituía al mundo físico. Por ejemplo, aquella mañana, el viejo goce elemental de la lluvia. Esos lapsos eran rarísimos; todos los Inmortales eran capaces de perfecta quietud; recuerdo alguno a quien jamas he visto de pie: un pájaro anidaba en su pecho.
Entre los corolarios de la doctrina de que no hay cosa que no este compensada por otra, hay uno de muy poca importancia teórica, pero que nos indujo, a fines o a principios del siglo X, a dispersarnos por la faz de la tierra. Cabe en estas palabras: Existe un río cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren. El numero de ríos no es infinito; un viajero inmortal que recorra el mundo acabara, algún día, por haber bebido de todos. Nos propusimos des-cubrir ese río.
La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos conmueven por su condi-ción de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser ultimo; no hay rostro que no este por desdibu-jarse como el rostro de un sueno. Todo. entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no este como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales. Homero y yo nos separamos en las puertas de Tanger; creo que no nos dijimos adiós.
V
Recorrí nuevos reinos, nuevos imperios. En el otoño de 1066 milite en el puente de Stamford, ya no recuerdo si en las filas de Harold, que no tardó en hallar su destino, o en las de aquel infausto Harald Hardrada que conquistó seis pies de tierra inglesa, o un poco mas. En el séptimo siglo de la Héjira, en el arrabal de Bulaq, transcribí con pausada caligrafía, en un idioma que he olvidado, en un alfabeto que ignoro, los siete viajes de Simbad y la historia de la Ciudad de Bronce. En un patio de la cárcel de Samarcanda he jugado muchísimo al ajedrez. En Bikanir he profesado la astrología y también en Bohemia. En 1638 estuve en Kolozsvar y después en Leipzig. En Aberdeen, en 1714, me suscribí a los seis volúmenes de la Iliada de Pope; se que los frecuente con deleite. Hacia 1729 discutí el origen de ese poema con un profesor de retórica, llamado, creo, Giambattista; sus razones me parecieron irrefutables. El cuatro de octubre de 1921, el Patna, que me conducía a Bombay, tuvo que fondear en un puerto de la costa eritrea 1. Baje; recordé otras mañanas muy antiguas, también frente al Mar Rojo, cuando yo era tribuno de Roma y la fiebre y la magia y la inacción consumían a los soldados. En las afueras vi un caudal de agua clara; la probé, movido por la costumbre. Al repechar la margen, un árbol espinoso me laceró el dorso de la mano. El inusitado dolor me pareció muy vivo. Incrédulo, silencioso y feliz, contemple la preciosa formación de una lenta gota de sangre. De nuevo soy mortal, me repetí, de nuevo me parezco a todos los hombres. Esa noche, dormí hasta el amanecer.
...He revisado, al cabo de un año, estas paginas. Me consta que se ajustan a la verdad, pero en los primeros capítulos, y aun en ciertos párrafos de los otros, creo percibir algo falso. Ello es obra, tal vez, del abuso de rasgos circunstanciales, procedimiento que aprendí en los poetas y que todo lo contamina de falsedad, ya que esos rasgos pueden abundar en los hechos, pero no en su memoria... Creo, sin embargo, haber descubierto una razón mas íntima. La escribiré; no importa que me juzguen fantástico.
La historia que he narrado parece irreal porque en ella se mezclan los sucesos de dos hombres distintos. En el primer capítulo, el jinete quiere saber el nombre del río que baña las murallas de Tebas; Flaminio Rufo, que antes ha dado a la ciudad el epíteto de Hekatómpylos, dice que el río es el Egipto; ninguna de esas locuciones es adecuada a el, sino / Homero, que hace mención expresa, en la Ilíada, de Tebas Hekatómpylos, y en la Odisea, por boca de Proteo y de Ulises, dice invaria-blemente Egipto por Nilo. En el capítulo segundo, el romano, al beber el agua inmortal, pronuncia unas palabras en griego; esas palabras son homéricas y pueden buscarse en el fin del famoso catalogo de las naves. Después, en el vertiginoso palacio, habla de "una reprobación que era casi un re-mordimiento"; esas palabras corresponden a Homero, que había proyectado ese horror. Tales ano-malías me inquietaron; otras, de orden estético, me permitieron descubrir la verdad. El ultimo capí-tulo las incluye; ahí esta escrito que milite en el puente de Stamford, que transcribí, en Bulaq, los viajes de Simbad el Marino y que me suscribí, en Aberdeen, a la Ilíada inglesa de Pope. Se lee, inter alia: "En Bikanir he profesado la astrología y también en Bohemia". Ninguno de esos testimonios es falso; lo significativo es el hecho de haberlos destacado. El primero de todos parece convenir a un hombre de guerra, pero luego se advierte que el narrador no repara en lo bélico y sí en la suerte de los hombres. Los que siguen son mas curiosos. Una oscura razón elemental me obligó a registrarlos; lo hice porque sabía que eran patéticos. No lo son, dichos por el romano Flaminio Rufo. Lo son, dichos por Homero; es raro que este copie, en el siglo trece, las aventuras de Simbad, de otro Ulises, y descubra, a la vuelta de muchos siglos, en un reino boreal y un idioma bárbaro, las formas de su Ilíada. En cuanto a la oración que recoge el nombre de Bikanir, se ve que la ha fabricado un hombre de letras, ganoso (como el autor del catalogo de las naves) de mostrar vocablos espléndidos 2.
Cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; sólo quedan palabras. No es extraño que el tiempo haya confundido las que alguna vez me representaron con las que fueron símbolos de la suerte de quien me acompañó tantos siglos. Yo he sido Homero; en breve, seré Nadie, como Uli-ses; en breve, seré todos: estaré muerto.

Posdata de 1950. Entre los comentarios que ha despertado la publicación anterior, el mas curioso, ya que no el mas urbano, bíblicamente se titula A coat of many colours (Manchester, 1948) y es obra de la tenacísima pluma del doctor Nahum Cordovero. Abarca unas cien paginas. Habla de los centones griegos, de los centones de la baja latinidad, de Ben Jonson, que definió a sus contemporáneos con retazos de Séneca, del Virgilius evangelizans de Alexander Ross, de los artificios de George Moore y de Eliot y, finalmente, de "la narración atribuida al anticuario Joseph Cartaphilus". Denuncia, en el primer capitulo, breves interpolaciones de Plinio (Historia naturalis, V, 8); en el segundo, de Thomas de Quincey (Writings, III, 439); en el tercero, de una epístola de Descartes al embajador Pierre Chanut; en el cuarto, de Bernard Shaw
(Back to Methuselah, V). Infiere de esas intrusiones, o hurtos, que todo el documento es apócrifo.
A mi entender, la conclusión es inadmisible. Cuando se acerca el fin, escribió Cartaphilus, ya no quedan imágenes del recuerdo; solo quedan palabras. Palabras, palabras desplazadas y mutiladas, palabras de otros, fue la pobre limosna que le dejaron las horas y los siglos.
A Cecilia Ingenieros